En tiempos convulsos como los actuales, los inversores suelen buscar alternativas. Lo habitual en casos como el actual es perseguir los activos-refugio. El oro, tradicionalmente, ha sido uno de ellos. Aseguran los expertos que es un valor seguro porque no se ve afectado por bancarrotas, no está controladopor unos pocos países y su demanda va al alza. Una cosa hay que tener en cuenta: no tiene que ocupar más del 15% de la cartera total de nuestras inversiones, es decir, es un elemento más para diversificar los riesgos, no el único. Los analistas afirman que el último trimestre y el primero de cada año son los periodos en los que los precios suben gracias al incremento de la demanda. Pero el oro no solo reluce. Aunque hace cuatro o cinco años costaba unos 250 dólares la onza y hacia marzo de este año superó los 1.000, en la actualidad está en el entorno a los 700 dólares. También está sujeto a las subidas y bajadas, pero, como inversión diversificada y para el largo plazo, da unos buenos réditos. O al menos eso es lo que afirman los especialistas. En todo caso, hay que tener en cuenta que las compañías que se dedican a custodiarlo para sus clientes para venderlo en el momento que estos digan en el mercado internacional y al precio del momento, no están supervisadas como los bancos o las aseguradoras. Tener los lingotes en casa no sirve para nada, ya que solo puede venderse a joyeros o chaterreros que pagarán el precio que consideren. Solo los intermediarios que lo custodian pueden venderlo en un mercado organziado. Pero son entidades similares a las de la inversión en sellos --recordemos el caso Afinsa--. La confianza en la entidad despositaria, por lo tanto, se convierte en un elemento esencial en la inversión con oro. Y eso, en tiempos como los actuales en los que hasta los bancos producen recelo, es mucho pedir ¿no?
sábado, 25 de octubre de 2008
¿Tiempo para el oro?
En tiempos convulsos como los actuales, los inversores suelen buscar alternativas. Lo habitual en casos como el actual es perseguir los activos-refugio. El oro, tradicionalmente, ha sido uno de ellos. Aseguran los expertos que es un valor seguro porque no se ve afectado por bancarrotas, no está controladopor unos pocos países y su demanda va al alza. Una cosa hay que tener en cuenta: no tiene que ocupar más del 15% de la cartera total de nuestras inversiones, es decir, es un elemento más para diversificar los riesgos, no el único. Los analistas afirman que el último trimestre y el primero de cada año son los periodos en los que los precios suben gracias al incremento de la demanda. Pero el oro no solo reluce. Aunque hace cuatro o cinco años costaba unos 250 dólares la onza y hacia marzo de este año superó los 1.000, en la actualidad está en el entorno a los 700 dólares. También está sujeto a las subidas y bajadas, pero, como inversión diversificada y para el largo plazo, da unos buenos réditos. O al menos eso es lo que afirman los especialistas. En todo caso, hay que tener en cuenta que las compañías que se dedican a custodiarlo para sus clientes para venderlo en el momento que estos digan en el mercado internacional y al precio del momento, no están supervisadas como los bancos o las aseguradoras. Tener los lingotes en casa no sirve para nada, ya que solo puede venderse a joyeros o chaterreros que pagarán el precio que consideren. Solo los intermediarios que lo custodian pueden venderlo en un mercado organziado. Pero son entidades similares a las de la inversión en sellos --recordemos el caso Afinsa--. La confianza en la entidad despositaria, por lo tanto, se convierte en un elemento esencial en la inversión con oro. Y eso, en tiempos como los actuales en los que hasta los bancos producen recelo, es mucho pedir ¿no?
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