viernes, 9 de marzo de 2012
Huelga y descontento general
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya tiene la huelga general que temía, tal como comentó a sus colegas de la Unión Europea (UE). La lucirá en su currículo mucho antes que sus predecedores. He oído todo tipo de argumentos. Que si es malo para el país, para su imagen, para su economía. Y, por el otro lado, que si hay que frenar un auténtico atentado contra los derechos de los trabajadores, que si la reforma laboral apenas solventará el paro... Todos parecen argumentos de peso. Si la huelga general celebrada el 29-S del 2010 con José Luis Rodríguez Zapatero en la presidencia del Gobierno se pareció más a una pataleta o a una maniobra de los sindicatos para demostrar que no eran inmunes al paro, la del 29-M se asemejará más a un puñetazo sobre la mesa, a la suma y capitalización de millones de pequeños descontentos individuales, tanto de quienes han perdido su empleo como de aquellos que temen quedarse sin él o, como consecuencia de la nueva normativa, pueden verse forzados a rebajar sus derechos hasta mínimos intolerables con tal de poder ganar algún que otro euro para alimentar a su familia y pagar la hipoteca. A día de hoy, el caldo de cultivo es propicio y existe suficiente malestar, sensación de rabia y de impotencia para que se produzca una protesta general, como una válvula de escape colectiva contra el cabreo. Mucho tendrían que cambiar si no las cosas antes del día 29. Y el 30 ya veremos...
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