¿Crisis? ¿Qué Crisis? Así rezaba el disco de Supertramp cuya portada ven a su izquierda. Algunos, los más jóvenes, no lo conocerán. Los de mi edad sí. La cosa viene al hilo de la situación actual. ¿Estamos realmente en crisis? Teniendo en cuenta que crecemos la mitad de lo que lo hacíamos, me temo que sí. Pero en la economía hay mucho de expectativas, confianza y psicología. Miles, millones de pequeños actos --desde comprar un coche o dejar de hacerlo hasta adquirir una vivienda o dejar de hacerlo-- pueden tener efectos positivos o extremadamente negativos en el conjunto. Imagine que miles de personas hacen o dejan de hacer lo mismo a la vez. Sencillamente pueden llegar a cargarse un sector. Y algo de eso hay en la situación actual. La gente aplaza obras, compras, inversiones... El ánimo, en economía, es fundamental. Y, en la actualiudad, hay mucho de expectativas y de chorreo de indicadores negativos que no hacen más que despertar el desánimo y el pesimismo. Pero la clave no es tratar de lanzar mensajes optimistas cuando todo el mundo tiene la percepción contraria, sino tratar de buscar datos que se pueden leer y ver en positivo. El problema es que, hoy por hoy, parece que apenas los hay y que predomina el negativo. En este sentido podríamos considerar que estamos cerca del fondo, pero todavía bajando. Paciencia. Como sucede con todos los ciclos económicos, tras la avalancha de malos datos, quienes disponen de buena información o simplemente, de buen olfato, empezarán a moverse y a activar algunas inversiones o sectores con compras a precios de ganga. Entonces, empezará el camino de subida. Pero para eso, me temo que todavía habrá que esperar unos meses. Al menos tendrán que pasar las vacaciones de verano y el Gobierno, una vez contatado y admitido el diagnóstico, tendrá que llevar a cabo nuevas medidas --subidas tributarias o recortes de gastos-- para animar al enfermo. Será una de las primeras señales de que el fondo se ha tocado o de que está cerca.
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