lunes, 9 de marzo de 2009

La crisis de la crisis

No me he vuelto loco. Realmente la crisis está en crisis ¿Por qué? Me temo que incluso el concepto lo está. Estamos frente a la mayor debable de los últimos 80 años. La impresión es que no tocamos suelo y que este se encuentra aún alejado. Vivimos una crisis generalizada, una crisis de modelo. Un sistema, el capitalismo que, hasta la fecha, ha dado muestras de saberse regenerar, en esta ocasión parece que encuentra dificultades para hacerlo. El afán de lucro, la especulación, la desmesura... han sembrado las semillas de la propia destrucción del modelo. Tanto, que la fiesta que parecía no tener final, acabó con un parón abrupto, seco, con una resaca de la que ninguna de las recetas tradicionales nos está logrando sacar. No parece que ningún gobierno dé con la medicina apropiada. Y es que quien quería cambiarse de ropa, prefiere esperar; igual que quien quería comprar un coche nuevo o hacer unas pequeñas refiormas en la casa. Llevamos muchos años de consumismo, de compras compulsivas y de acopio como consecuencia de una falsa apariencia de riqueza edificada en una narcotizante montaña de deuda ¿Cómo salir de eso? ¿Cambiando el capitalismo por otro sistema? ¿Cuál? ¿Está todavía por inventar? No nos precipitemos. El capitalismo no ha muerto aún, aunque sí una parte del mismo, como el dominado por el sector financiero. Y, si no está muerto, está mal herido, realmente muy grave. La verdad es que de esta saldremos, seguro, como lo hemos hecho en otras ocaisones; pero con un nuevo capitalismo, probablemente más marcado por lo real, por la producción que por lo etéreo. Esa será la característica hasta que dejemos atrás los negros episodios actuales. No olvidemos que la memoria económica es muy frágil y lo demuestra el encadenamiento de crisis de los últimos años (sudeste asiático y Long-Term Capital Management en 1998; las puntocom en 2000...). Tanto es así que podemos tropezar más de una vez en una misma piedra o parecida. A los hechos me remito.

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