Cuando se quieren evitar las cuestiones se introducen
variables que las difuminan o enmarañan. Qué hay que solventar una problemática … Pues se
crea una comisión. Una fórmula muy española para demorar los temas y esperar a que se desvanezcan con el transcurso del tiempo. Lo mismo sucede con las balanzas
fiscales ¿Existe realmente un problema? Pues nos enzarzamos en discutir la forma: ¿Cómo determinarlas? La Generalitat ha hecho públicos sus cálculos que sitúan el
déficit fiscal de Catalunya entre el 5,8% y el 8,5% de toda su riqueza en el
2010 –el último dato disponible--, en función del sistema de cálculo que se
emplee. Inmediatamente ha sido rebatido, especialmente por quienes niegan
la existencia de ese desfase entre lo que Catalunya recibe en forma de gastos e
inversiones del Estado y lo que aporta a través de los impuestos que pagan sus ciudadanos. Hay quienes aseguran que, con la Seguridad Social y debido a la crisis y el despegue del paro, el resultado es de superávit.
El Govern lo niega y dice que en ese caso el saldo también es negativo, aunque inferior
porque responde a derechos y obligaciones individuales, no a la política
discrecional del Gobierno central. Por ello, al excluir la Seguridad Social, el
déficit se multiplica. Lo esencial para encarar un problema es que todos aquellos que tienen que discutirlo reconozcan que existe y, como no, que se muestren dispuestos a debatirlo y solucionarlo. Ya llegará el momento de consensuar cómo solventarlo o determinarlo. En caso contrario, el debate gira en torno a la forma y otros elementos circunstanciales, pero no sobre el fondo, que es lo importante. Todo ello requiere sobretodo cordura y transparencia, algo de lo que en este país dominando por los especialistas en la táctica y la jugada en busca de réditos inmediatos en lugar de en la estrategia no vamos muy sobrados.
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