miércoles, 29 de octubre de 2008

Próxima estación: las tarjetas de crédito

Vivimos una etapa de restricción del crédito. El impago de hipotecas torpedeó toda la estructura de derivados que Wall Street diseñó para generar una bola que, según estimaciones del Banco de Inglaterra, ha costado a las entidades financieras del todo el mundo más de 2,2 billones de dólares. Y la cifra no se para aquí. Seguro que será mayor. La insaciable imaginación de los magos de las finanzas también se valió del dinero de plástico, de las tarjetas de crédito, para crear activos negociables cuyos subyacentes empiezan también a dar síntomas de agotamiento. No es de extrañar que, en EEUU, se hayan empezado a restringir los límites de crédito con las tarjetas, a concederlas con cuentagotas y a cerrar el grifo de manera drástica. Las entidades de ese país ya han tenido que aflorar pérdidas de 21.000 millones de dólares en el primer semerstre de este año como consecuencia de los impagos por parte de titulares de tarjetas. Otro síntoma de desplome del empleo y, por tanto, del consumo de los hogares. Se avecina otra avalancha de números rojos por otro de los excesos de esa etapa en la que el dinero era tan barato que circulaba carente de límites y durante la que los bancos sucumbieron narcotizados por el potencial de negocio inmediato y perdieron de vista los mínimos elementos de prudencia. Ahora, muchos titulares de tarjetas se dan cuenta de que deben mucho más de lo que tienen. Y de esos polvos vendrán estos lodos en forma de otro seísmo financiero, descontado en parte por los mercados, pero no del todo. Si no, tiempo al tiempo.

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