Más casa y menos restaurante

Me comentaba el otro día un conocido propietario de un restaurante que este año las cosas no van muy bien. Lo habitual, por estas fechas, es una facturación elevada. Y eso no está pasando. "Cuando la situación económica no es boyante, la gente empieza recortando gastos que considera accesorios. Y el restaurante es uno de ellos", se quejaba. Y también lo perciben con sus clientes de empresa, que también han rebajado sus gastos de comidas. ¿Será un indicio de crisis? Yo no sería todavía tan tajante, peero sí que refleja un cambio de ciclo. Comer en casa siempre se considera más barato. Si aumenta esa tendencia es que se impone la sensación de que nuestros bolsillos han empeorado. Los datos macroeconómicos lo revelan con una desaceleración del crecimiento. Pero el ritmo de aumento del conjunto de la producción todavía es alto. Busquen ustedes plazas para viajar para fin de año, si no. Con todo, el indicador de los restaurantes es como para tenerlo en cuenta.

Salario de carroña

Provocar una hecatombe tiene premio. Si no, que se lo digan al presidente del banco de inversiones Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, que ha recibido un bono de fin de año de unos 68 millones de dólares --no hace falta traducirlo a euros porque es igual de escalofriante--. Se trata de un premio récord en Wall Street, cuando el sector se esfuerza por superar la crisis de los créditos inmobiliarios de alto riesgo o subprime. Y aunque no sea uno de los responsables de la crisis ¿no sería más ético renunciar a este bochornoso derecho? Bueno, lo cierto es que si hay que aplicar ajustes en la entidad bastará con despedir a unos miles de empleados de base. ¿No ha sido y es así desde hace años? Habrá que cambiarlo algún día, creo yo. El principio de que hay que primar al que se lo merece se ha desvirtuado. Goldman se ha beneficiado, al contrario que la mayoría de los bancos de inversiones de Wall Street, de apostar por la llegada de la crisis subprime. Increíble, pero cierto. Ha ganado miles de millones de dólares gracias a la desgracia ajena. Es el capitalismo carroñero a la máxima potencia. ¿Es eso negocio como mandan los cánones o es simple y llanamente aprovecharse? Seguro que es una y otra cosa a la vez, pero lo que es verdedad es que encima tiene premio. Y sustancioso para quien apuesta por actuar con estos métodos. Los datos sobre retribuciones de los directivos de las grandes compañías de EEUU, publicados pore supervisor bursátil del país, la SEC, hablan por sí solos.

Crecimiento al ralentí

El presente ejercicio se acaba. Incluso el Gobiermo admite que la desaceleración es intensa: Ha revisado a la baja la previsión de crecimiento para 2008 hasta el 3,1%, lo que supone un recorte de dos décimas. Es posible que tenga que bajar más, aunque seguirá estando por encima de la media delos principales socios de la Unión Europea que, por cierto, nos interesa que también se muestren dinámicos porque son nuestros principales clientes.
Pero nuestro principal motor, la construcción, está en paro. Y nunca mejor dicho. El BBVA prevé que 250.000 personas perderán el empleo en este sector durante los próximos dos años. Por suerte admite que muchos de ellos serán absorbidos por otros sectores ¿Será así? lo será si realmente aumenta el ritmo de otros ramos de la economía, como la industria o los servicios. Si no es así, nos encontraremos con una crisis al girar la esquina porque el desempleo es el mayr enemigo de la bonanza económica o, mejor dicho, su principal asesino. Los datos actuales parece que no abonan las teorías más catastrofistas. Pero, tiempo al tiempo. Habrá que estar atento y esperar a que pase el oasis navideño. Después de la festividad de Reyes, volverá la cruda realidad -- o no tanto--. Las rebajas serán un termómetro para determinar si los bolsillos de los españoles están llenos o vacíos. Por el momento, ING se ha apresurado a subir la retribución de su cuenta naranja hasta el 4,5%. Al menos ya supera la inflación hasta noviembre (4,1%). Es un pequeño consuelo.

El rico, más rico

Y ¿a los ricos qué les importa si suben las hipotecas? A ellos no les afecta. Los datos sobre el mercado del lujo son la prueba. Es evidente que las diferencias entre los ricos y los pobres cada vez son mayores. Mientras unos, en algunos países, no tienen ni para pagarse una barra de pan, otros derrochan en los caprichos más inimaginables y el bolsillo apenas se les vacía. Es cierto que la globalización ha incrementado la riqueza de todo el mundo, pero la de unos mucho más que la de otros. Como dice el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, la globalización no se ha llevado a cabo de la forma correcta, sino desequilibrada. Por eso hay países que se sienten maltratados. mientras eso suceda, existirá caldo de cultivo para el fanatismo de toda índole.

Más parados

Los datos lo revelan: el desempleo empieza a ser un problema. El frenazo de la construcción se refleja en los datos del mercado laboral. ¿Qué sucederá con todos aquellos que hallaron empleo en un sector que parecía con un crecimiento ilimitado? La economía debe reasignar los recursos, pero no está claro que, en las actuales circunstancias, pueda hacerlo. ¿Volveremos a tropezar en las mismas piedras? ¿No aprenderemos nunca que hay que nadar y guardar la ropa, es decir que no hay que poner todo el dinero en una única cesta? Es necesario que se potencien y oficialicen ocupaciones en sectores que puedan albergar mano de obra intensiva, como es el caso de la dependencia. Y habrá que buscar, además, nuevos filones de empleo para que haya capacidad de respuesta en la recámara para cuando lleguen malos tiempos.

Poco interés

La inflación se ha disparado. Ya supera el 4% --concretamente llegó en noviembre al 4,1%, según los datos del indicador del IPC adelantado--. La retribución del ahorro se ha quedado muy atrás. En octubre, los intereses medios de los depósitos se situaron en el 2,7% y el de las hipotecas, en el 5,6%. Hace un tiempo, con el IPC bajo, eran las hipotecas las que tenían un interés real inferior a la inflación. Ahora están por encima. La retribución del ahorro, en su gran mayoría, está por debajo, lo que quiere decir que, en realidad, perdemos dinero. Hay que conseguir que el índice general de precios baje o aprovechar las ofertas de depósitos de muchas entidades para garantizarse la liquidez ahora que el mercado interbancario no va muy boyante por la crisis de las hipotecas de alto riesgo en EEUU. En todo caso, ya lo decían muchos expertos: la inflación es el impuesto de los pobres. Por eso conviene que sea lo más baja posible.