
Que los bancos necesitan capital. Pues ahí está el Estado, vía inyecciones
desde Bruselas, para echar un mano. Por si no tuviéramos ya suficiente deuda
(casi el 300% del PIB entre la privada y la pública), se emitió más para echarles un cable. A su vez, las entidades financieras son las principales
compradoras de estos títulos por los que cobran unos intereses elevados debido
a la escasa credibilidad de la economía española para el resto de los inversores.
Y pueden hacerlo gracias al dinero barato con el que el Banco Central Europeo
(BCE) les financia. En conclusión, no han tenido ni pena ni castigo por su contribución al festín de la burbuja inmobiliaria de los últimos años como sí que han sufrido otros protagonistas de la actividad económica, especialmente muchos titulares de hipotecas; tal y como se desprende del último artículo de Andreu Missé, director la revista Alternativas Económicas
(www.alternativaseconomicas.coop). Para la banca, por tanto, poco problema. Quien paga la deuda
y sus intereses es la Administración, es decir, usted, yo y el señor del colmado
de la esquina, que somos a la vez quienes satisfacemos los impuestos y
difícilmente nos beneficiaremos de amnistías fiscales. Es lo que se llama colectivización de las pérdidas. Más bien seremos víctimas
de alguna que otra subida tributaria para aplacar los temores de los acreedores.
Lo recuerda José María Gay de Liébana (@gaydeliebana) en su
libro España se escribe con E de endeudamiento (Ediciones Deusto, Barcelona,
2012).
Gracias a todo ello, las entidades
financieras pueden superar el bache y proteger los intereses de sus accionistas, pero no prestan ni a las familias ni a las
empresas que les han echado un buen clave. Las primeras tienen cada vez más miembros en el paro, que requieren
más recursos públicos, porque las segundas se ven forzadas a cerrar dado que
carecen de crédito y porque los particulares y los hogares tienen cada vez menos
capacidad de gasto. Y vuelta a empezar.Como un tiovivo. La única forma de
romper el círculo sería abrir una vía de escape ¿Qué tal que las entidades en
dificultades se busquen la vida? ¿Acaso no tienen dueños o accionistas?¿O es
que alguien echa una mano al propietario de la mercería, la tienda de ultramarinos
o la empresa viable que ha muerto asfixiada por falta de financiación y la
caída de la demanda producida por el estallido de la burbuja inmobiliaria?