sábado, 19 de abril de 2014

Con corrupción no hay salida

A ver si lo entendemos. O, algo mucho más importante, que lo comprendan los poderes políticos. Si no se acaba con la corrupción no habrá salida. Y no es que este sea un país más corrupto que otros. El problema es la falta de prevención y, por supuesto, de penalización al corrupto, como advierte Luis Garicano, autor de El dilema de España (Península) ¡Cómo se va a poder construir una economía con bases sólidas si el sistema gira en torno al amiguismo, el enchufismo y alrededor de la práctica de meterse parte o todo el dinero común en el bolsillo propio! Si partimos de que somos más lo que se ve, se opina o se piensa de nosotros que lo que en realidad creemos que somos, poco ayuda a mejorar nuestra imagen que apenas se avence en mejorar la seguridad jurídica y reprimir la corrupción. En todas partes hay prácticas sociales y económicas reprochables, en muchos países. Incluso entre nuestros socios comunitarios. Pero lo que no es de recibo es que apenas se persigan y se castiguen, como sucede en España. O esa es la sensación que da, al menos. Eso es lo que nos diferencia. Y, mientras que no se prevenga y se persiga hasta las últimas consecuencias al corrupto no tendremos solución. De esta forma, la salida de la crisis será al viejo estilo, sin propósitos de enmienda ni reformas del modelo económico e institucional. Y a la espera de que nos lleve el viento, sin mapa ni estrategia y al albur de la próxima crisis.