sábado, 15 de noviembre de 2014

Viajes de trabajo

Pues miren. A mí lo de los viajes de trabajo no me convence. El presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago,seguro que tenía muchas tareas en Tenerife --no digo de qué tipo-- y, claro, los viajes se los pagábamos entre todos, sin justificación, sin rendición de cuentas, como suele hacerse en este país tan tendente a la opacidad dirigente.Y es que este es el país de la vergüenza transversal de las tarjetas de Caja Madrid y el consiguiente hundimiento de la entidad, al igual que sucedió con la antigua Caixa Catalunya; de la familia Pujol o el caso Palau y en el que una nefasta inversión como el almacén de gas Castor la acabamos financiando los contribuyentes de siempre gracias al tradicional capitalismo de amiguetes y élites extractivas. Para eso estamos, para pagar las facturas propias y ajenas, las de corruptos y vividores, arribistas y amiguetes que camparon a sus anchas en los años de bonanza. Y mientras, recortes y más recortes, especialmente en servicios esenciales como la sanidad o la educación, que se deterioran a marchas forzadas, no por falta de implicación y voluntad de la mayoría de los profesionales sino por la ineptitud de quienes rigen esos servicios, más con criterios políticos (partidistas) que racionales, cuando ambas cosas deberían ser similares. Porque de recortar gastos superfluos, asesores áuricos, mandangas y demás boatos, nada de nada. Eso, para la mayoría de dirigentes, son cuestiones estratégicas e intocables. No diré que Monago sea el único culpable de los ajustes, pero ha ayudado, como otros muchos, a que el dinero que debía revertir en todos los ciudadanos que contribuyen a través de los impuestos, se vaya a los bolsillos de unos pocos que, por cierto, no acostumbran a pagar impuestos o, al menos, a hacerlo en la medida en la que deberían. Que vayan a la cárcel y purguen sus culpas, pero que primero devuelvan el dinero ¡Y luego se extrañan del auge de Podemos!