lunes, 9 de octubre de 2017

Tocata y fuga ¿Qué será de Catalunya?

Llegado el momento de la verdad cabe preguntarse ¿Qué será de Catalunya? Como he oído por ahí, no existe la independencia 'low cost'. Siempre tiene costes. Y muchos si se opta por la ruptura unilateral. Las cosas son así en la economía de mercado. A no ser que se aspire a otros modelos económicos y no se nos haya dicho ¿Acaso no lo sabían los promotores de la secesión a todo gas, como el 'president' Carles Puigdemont?

O el 'vicepresident' y 'conseller' de Economia, Oriol Junqueras, que pareció algo desorientado  ante las primeras fugas de domicilios sociales...  ¿Saldo? De una comunidad que tuvo 10 cajas y al menos un gran banco a cero. Y de siete compañías del Ibex, a solo una: Grífols que, en realidad ya tiene buena parte de su domicilio real en Irlanda y que además podría acabar emulando a las demás que lo han hecho.

Las grandes compañías que cotizan en la bolsa no están para inestabilidades e incertidumbres. De lo contrario lo pagan con caídas de su valor ya que los inversores internacionales les dan la espalda (el dinero es miedoso).

Y las que no fluctúan en el 'parquet' `pueden ser pasto de boicots y venganzas de clientes del resto de España. Es lo que tiene fomentar rupturas unilaterales: crecen las antipatías. Es injusto, pero así funcionan las cosas. Al igual que cuando un Gobierno opta por facilitar que las empresas puedan cambiar de domicilio social como de camiseta. Es lo que tiene echar pulsos al Estado en un país en el que la línea entre lo público y lo privado muchas veces es muy fina. 

Aunque es cierto que en muchos de estos movimientos de empresas hay una componente de presión política, en otros tiene su lógica. Por ejemplo, en los bancos, como CaixaBank o el Banc Sabadell, que no pueden permitirse seguir mucho tiempo en un territorio que corre el riesgo (real o ficticio) de quedar fuera de la zona euro y del manto protector del Banco Central Europeo (BCE), aunque fuese por unas horas o días.

En todo caso, las compañías requieren estabilidad y seguridad jurídica y, en el escenario actual, aunque todavía no se ha consumado una posible declaración unilateral de independencia (DUI), prima la incertidumbre. También es lo que tiene que el poder económico se concentre en pocas manos. Un claro ejemplo es el toque a arrebato de todo el 'universo La Caixa', que afecta desde su fundación y obra social a su sociedad de participadas (Criteria), sus participadas directa o indirectamente con domicilio social en Catalunya (Gas Natural, Abertis, Cellnex, VidaCaixa ...

Lo cierto es que los promotores de pisar el acelerador de la secesión en ningún caso advirtieron a sus seguidores de que una actuación de este tipo conlleva sacrificios y penurias. Cierto es que hay mucho de sentimiento y de emotividad en el movimiento independentista, como lo hay también entre quienes quieren que no haya ruptura, pero hay que ser pragmático.

El paraíso republicano que se promete por parte de los soberanistas puede que lo sea algún día, en el futuro; pero desde luego no a corto plazo con una DUI. Y eso deben asumirlo quienes apuestan por la secesión a las bravas y deberían explicarlo a que quienes les apoyan para que sepan a qué atenerse.

Como dijo el periodista Iñaki Gabilondo: "¡Qué barato nos parece ahora un referéndum pactado"! No es solo un mensaje para Puigdemont, que lo es; sino para el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Cordura, sentido común y diálogo en busca de soluciones.  La ruptura tajante no traerá más que penurias. Si no, al tiempo.