martes, 27 de mayo de 2008

La economía chiki chiki


Podría dedicarme a hablar de la Freakonomía, de la Nueva Economía o de nuevas doctrinas de la Teoría Económica. También podría hacerme pasar por intelectual y decir que no sé quién es Rodolfo Chikilicuatre. Quedaría muy bien y muchos me irarían con complacencia y dirían: Es un auténtico elitista. Pero ignorar este fenómeno efímero de masas comportaría no estar atento y desconcoer el potencial económico que conlleva. Basta con ver lo bien que funciona en materia de descargas de melodías para móvil y en todo tipo de merchandising. De cualquier proyecto, bien planificado y estudiado, se puede montar un negocio. Aquí tenemos la prueba. Pero tal vez no estaba tan planificado porque parece que otros han decidido sacar tajada del fenómeno sin haber inventado el personaje gracias a que han registrado dominios que no inscribieron sus propietarios. Después dirán que no hay iniciativa empresarial en este país. El freakismo vende y, cuanto más seborreico, mejor. Y a las pruebas me remito. Cualquier latiguillo, frase hecha, personaje o personajillo puede servir para montar un negocio. Para verlo basta con ver las listas y clasificaciones de descargas para móvil. Incluso encontramos entre la oferta asquerosas ventosidades sonoras que se expelen por el ano. Seguro que los más elitistas se burlan de todo ello y se lamentan de vivir en un país con bajos niveles culturales en el que tiene más audiencia el Chiki Chiki que un documental sobre la crisis inmobiliaria o sobre la pobreza. Esa podría ser la primera tentación. Pero no estamos hablando de calidades musicales, ni siquiera de arte en general. Nos encontramos ante un reclamo publicitario, ante una forma de captar dinero mediante la preferencia por el entretenimiento puro y duro. Una especie de símbolo de una sociedad dominada por el consumo de lo efímero. Por eso, algunos han optado por convertir todo el atractivo de lo seboso, provenga de quienes se declaran seguidores o de quienes lo deploran, en un negocio En el fondo, muchos que se dicen críticos de la cadena radiofónica Cope la escuchan cada día para poderla criticar y, muy a su pesar, contribuyen a que aumente su audiencia. También los que no la escuchamos hablamos de ella y, con ello, aumentamos su popularidad. Lo mismo sucede con Rodolfo Chikilicuatre. Ya saben: Que hablen de uno aunque sea mal ¿No estamos en una economía de servicios en la que la mayoría hemos saciado nuestras necesidades primarias y en la que estamos más pendientes del último procesador del ordenador o del último modelo de ipod que de si vamos a comer hoy? ¿No estamos en una economía de la opulencia en la que ocupamos páginas y páginas en la prensa con una pugna entre chefs a cuyos resturantes a penas pueden acudir a comer un ínfimo porcentaje de la población? Pues aquí está el resultado: un mundo lleno de negocios que se nutren tanto de quienes se declaran seguidores fieles como de quienes dicen ignoralos. La prueba es la prensa y los programas del corazón. Es la Economía chiki chiki.