jueves, 15 de abril de 2010

Estructuras, superestructuras y telarañas

Organizar una empresa es complejo. Y más si lo que se persigue es la eficacia y la eficiencia, como debe ser. Es habitual ver no solo en las entidades públicas sino en las privadas excesos de burocracia y estructuras y superestructuras que nacen, muchas veces con las más buenas intenciones, pero que perduran gracias al instinto de supervivencia, no por necesidades de la empresa. En los tiempos que corren, en los que prima el dinamismo y la agilidad para adaptarse a los constantes cambios de hábitos y de demanda, hacen falta organizaciones ágiles, con casi inmediata capacidad de respuesta. Eso, claro está, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Pero los directivos y ejecutivos y también, ¿por qué no? los trabajadoers en ocasiones, deben tener en su lista de prioridades que todo eso es imprescindible para evitar un ovillo, una auténtica red de telarañas que no hacen más que paralizar el funcionamiento, la capacidad de mejora y de adaptación de la empresa porque, en el fondo, sus componentes están demasiado ocupados tratando de justificar y de peservar su propia existencia.