viernes, 28 de noviembre de 2008

Que si los precios suben, que si bajan...

Esto es realmente desconcertante. La economía lo es. Hasta no hace muchas semanas, hablábamos de la amenaza de la inflación, es decir, de los riesgos de aumentos importantes y sostenidos del nivel general de precios. Ahora, por el clima de desaceleración --cuando no frenazo-- generalizado se empieza a mencionar la palabra deflación, que es el fenómeno contrario, es decir, la caída sostenida y persistente de los precios. Aunque parezca mentira, también tiene efectos devastadores porque, ante las expectativas generalizadas de que los precios se desplomarán más, las personas retrasan constantemente sus compras ¿Para qué comprar hoy un telvisor nuevo si mañana será más barato? ¿Para qué cambiar el coche si el mes que viene a lo mejor cuesta la mitad? Una crisis en la que se produce esta situación es un escenario terrorífico. De ahí los esfuerzos desde laas Administraciones por lanzar mensajes en el sentido de que se consuma, que se compre, de que no se deje para mañana lo que se pueda adquirir hoy. De lo contrario, vamos directos al precipicio de la espiral a la baja del que es muy complicado salir. Si no, que se lo digan a los japoneses. Ya saben. Si tenían previsto comprar, háganlo, si es algo que realmene desean o necesitan. Hay que sacar, como sea, al conjunto de la economía del tobogán de la deflación. No es malo que se abaraten los productos y servicios, pero es realmente nefasto que lo hagan constantemente. Eso también genera desempleo y una profunda depresión de la que es muy difícil salir.