martes, 9 de diciembre de 2008

No todo han de ser despidos

Es cierto. Hay crisis. Las fábricas producen menos. Los servicios venden menos. Apenas se construye. Es evidente que los negocios han de adaptarse a la nueva situación. Es evidente que hay empresas que tienen excedentes de plantilla. Es evidente que, cuando las cosas van bien, se atan los perros con longanizas. Es evidente que hoy las cosas van mal y que pueden ir peor que eso. Pero ¿ha de solucionarse todo con despidos? Esa es solo una parte para la solución del problema. Al despido se apuntan todas las empresas cuando las cosas empeoran. Es un instrumento de reducción rápida de costes. Se recortan los gastos por nóminas y a otra cosa. Ya pagará el Estado, mediante los subsidios, los excesos de algunas compañías. No es más que la pura concepción de que los trabajadores son un coste, no un activo -- eso que tanto afirman muchos directivos en público, pero que, a la hora de la verdad, queda en entredicho-- Pero ¿qué hay de las reducciones o congelaciones de salario, de las rebajas de estructuras directivas gigantescas, de los gastos supletorios o innecesarios, de la factura de la luz sin apenas control? Son muchas, muchas pequeñas cosas que pueden evitar dejar sin empleo a muchas personas. Señores directivos, hay que exprimir la imaginación. Para eso se les paga. La solución del despido es la más fácil. Piensen, mediten ¿no hay otras salidas que el despido? Y para la Administración: Además de las ayudas directas o los préstamos a bajo interés ¿no hay medidas legislativas que adoptar que podrían frenar los despidos o, al menos, restarles atractivo? Pienso, por ejemplo en la suspensiones temporales de empleo y otras medidas temporales que, con algunos retoques -como que no restaran periodo de desempleo-- podrían estimular la imaginación de muchas empresas que, ante la situación actual, prefieren el depido puro y duro y rebajar la factura por la vía más dolorosa.