lunes, 26 de marzo de 2012

El capitalismo, revisado

¿No habéis oído más de una vez que hay que transformar las crisis en oportunidades? Por manida que esté la frase puede que sea cierta. Pero antes se deben revisar prácticas que distorsionan un modelo, diseñado inicialmente para primar a quien tiene iniciativa y que se ha deteriorado. Y estas son algunas:
1. Una porción cada vez mayor de la riqueza del mundo está en manos de una élite global cada vez más pequeña
2.  Hay compañías que gastan millones en inclinar a su favor el campo de juego regulador
3. Hay diferencias salariales de 300 a 1 entre directores ejecutivos y empleados de primer nivel
4. Estructuras de gobernanza diseñadas expresamente para desviar las preocupaciones del accionista
5. Compañías que tratan a los empleados como simples factores de producción
6. Ejecutivos que obtienen gratificaciones exageradas por un rendimiento mediocre
7. Corporaciones que ponen en peligro sus valores para hacer negocios con regímenes represivos
8. Campañas de relaciones públicas de las corporaciones que endulzan los hechos y demonizan a los críticos
9. Compañías que otorgan el 90% de las opciones sobre acciones a un puñado de ejecutivos
Y no lo digo yo, solo son algunas de las cosas que menciona el gurú Gary Hamel en su último libro Lo que ahora importa (Ediciones Deusto. Brecelona, 2012).


viernes, 9 de marzo de 2012

Huelga y descontento general

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya tiene la huelga general que temía, tal como comentó a sus colegas de la Unión Europea (UE). La lucirá en su currículo mucho antes que sus predecedores. He oído todo tipo de argumentos. Que si es malo para el país, para su imagen, para su economía. Y, por el otro lado, que si hay que frenar un auténtico atentado contra los derechos de los trabajadores, que si la reforma laboral apenas solventará el paro... Todos parecen argumentos de peso. Si la huelga general celebrada el 29-S del 2010 con José Luis Rodríguez Zapatero en la presidencia del Gobierno se pareció más a una pataleta o a una maniobra de los sindicatos para demostrar que no eran inmunes al paro, la del 29-M se asemejará más a un puñetazo sobre la mesa, a la suma y capitalización de millones de pequeños descontentos individuales, tanto de quienes han perdido su empleo como de aquellos que temen quedarse sin él o, como consecuencia de la nueva normativa, pueden verse forzados a rebajar sus derechos hasta mínimos intolerables con tal de poder ganar algún que otro euro para alimentar a su familia y pagar la hipoteca. A día de hoy, el caldo de cultivo es propicio y existe suficiente malestar, sensación de rabia y de impotencia para que se produzca una protesta general, como una válvula de escape colectiva contra el cabreo. Mucho tendrían que cambiar si no las cosas antes del día 29. Y el 30 ya veremos...