martes, 20 de octubre de 2009

Millet y el buen abogado

Que se lo digan al expresidente del Palau de la Música, Fèlix Millet: Donde esté un buen abogado... La estrategia de su defensa, diseñada por Pau Molins, ha sido esencial para librarse de la cárcel, al menos por ahora, después de declarar y tras haber admitido que se había apropiado de dinero ajeno. Básico. Distraigo unos euros por aquí, otros por allí o los tomo prestados sin fecha de devolución y luego, con una parte de eso, me pago un buen abogado que me librará de las penurias que pasaría un delincuente de poca monta. El sistema no acaba de funcionar. Nadie entiende que alguien que ha aceptado por escrito que se metió en el bolsillo unos fondos importantes de la institución que presidía campe por la calle a sus anchas. Seguro que si hubiera robado un bolso las cosas serías distintas. Como ya he dicho en alguna ocasión, Millet, como el monumental estafador Bernard Madoff, es un síntoma de que las cosas no funcionan como debieran en esta economía de mercado que tantos disgustos nos está dando desde hace más de un año. Y lo que ha sucedido después de su primera declaración casi tres meses después de que los Mossos d'Esquadra entraran a registrar el Palau --es decir, nada--, también lo es.