viernes, 31 de julio de 2009

¿Se acerca la competencia al sector de las gasolineras?




La Comisión Nacional de la Competencia (CNC) se ha decidido a imponer una sanción de casi 8 millones de euros a Repsol, Cepsa y BPestaciones de servicio, incluidas las que son titularidad de terceros y que, por tanto, deberían poder establecer sus propias tarifas. Hace tiempo que el sector viene denunciando esta situación. Incluso los servicios jurídicos de la Comisión Nacional de Energía (CNE) se hicieron eco recientemente de las consecuencias de las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea a cerca de la nulidad de la mayoría de los contratos de suministro que mantienen las petroleras con terceros. Ha pasado casi un año desde el último de estos fallos y apenas ha habido avances. Ahora, con la última sanción y el anuncio de un informe de la CNC sobre la competencia en el sector, los días de la poca concurrencia podrían empezar a acabarse. También tendrá mucha importancia lo que determine en septiembre el Tribunal Supremo sobre esta cuestión. El cerco a la escasa competencia parece que se acerca, a la vez que lo hace también un mercado con más diferencia de precios. Esperemos que así sea y que, por una vez, se impongan los intereses de los consumidores y de la sociedad en general, y no solo los de unas pocas compañías. Sería bastante bochornoso que, al final, fuera la Comisión Europea la que, como ha advertido en alguna ocasión, tuviera que tomar cartas en el asunto ¡Qué vergüenza!

miércoles, 29 de julio de 2009

Bolsa, euforias y otros mundos ficticios

No seré yo el que ejerza de aguafiestas. No no me gusta hacer ese papel. Pero creo que, en el mundo económico, hay que ser de vez en cuando realista y tratar de imponer la cordura. Después de dos semanas, la bolsa acumula unas ganancias superiores al 15%. Y algunos ya se frotan las manos esperando una pronta recuperación económica. Lo cierto es que el entorno no parece tan optimista --cierrres, despidos, etc.--, pero los mercados de valores, ya lo sabemos, tienden a sobrerreaccionar, tanto con las buenas noticias, a través de euforias, como con la malas, mediante irreprimibles pánicos. Actualmente, la mayoría de compañías ofrecen datos más positivos de los que se esperaban. Los equilibrios contables también tienen algo que ver en eso. En todo caso, la verdad es que se producen fuerte subidas en las bolsas. Pero --no lo olvidemos--: las bolsas no suelen ser un reflejo absolutamente fiel del mundo real. Algunos analistas lo recuerdan y advierten de que podríamos estar viviendo una especie de espejismo, uno de esos mundos ficticios que surgen de los mercados de renta variable y que, de un día para otro, transforman una etapa de alegrías en una auténtica pesadilla. Esos mismos analistas apuntan que lo peor de la crisis podría aún estar por llegar ¿Recuerdan al economista Santiago Niño y su libro El crash del 2010? Esperemos que el tiempo no le dé la razón y que, tras el verano, la enorme bola del endeudamiento y los déficits públicos --en España supera los 30.000 millonbes de euros-- no dé al traste con todas las esperanzas de recuperación, especialmente en EEUU. No olvidemos que la primera potencia mundial tiene previsto ser la primera en salir del túnel --fue la primera que entró-- y, por tanto, ejercer de locomotora para que el resto lo hagamos unos meses después. O al menos así nos lo han hecho creer.

miércoles, 22 de julio de 2009

Economía ficción

Hace unos días que me pregunto qué sucederá cuando se agoten los 8.000 millones de Plan E destinados a obras públicas. Probablemente --y así se ha anunciado-- habrá otro plan similar. Apenas hay rincón de las ciudades y pueblos españoles en el que no haya vallas, aceras levantadas y obras, muchas obras. Es evidente que este plan del Gobierno ha dado empleo a muchas personas que, de no ser por este, estarían en el paro. En momentos de caída de la actividad es obligación de los poderes públicos estimular la actividad para que se pueda salir de la crisis. Pero ¿no la estamos estimulando en exceso? Es decir, ¿no estamos generando una actividad que, en el fondo, es ficticia y que está destinada a enmascarar la realidad por un tiempo? Veremos. Lo lógico es que a esta actividad forzada le releve otra que surja de la iniciativa privada y, para eso, la banca tiene que ponerse las pilas y empezar a abrir el grifo del crédito y a destinar parte del dinero que les confiamos en dar oxígeno a la economía. Eso sí, con todas las prudencias y cautelas de las que se olvidaron cuando otorgaban alegremente hipotecas en la etapa de bonanza. Está muy bien que entre todos, a través de los impeustos que pagamos, insuflemos actividad a la economía mediante la inversión pública. Lo contrario sería un delito de inacción por parte del Gobierno. Pero eso debe ser temporal. Los ciudadanos no somos los banqueros de la economía. A eso ya hay otras instituciones, los bancos y cajas, que se dedican profesionalmente aunque en la actualidad no lo parezca. El próximo frente de batalla debe ser invitarles y, si es necesario, forzarles, a que cumplan con su cometido. Y eso solo lo pueden hacer los gobiernos y los supervisores bancarios. El resto suficiente tenemos con quejarnos.

domingo, 5 de julio de 2009

El dilema entre subir impuestos y bajar gastos

Lo dice la propia palabra: impuestos = imposición. Nadie los paga con gusto. No son voluntarios. En el actual debate que existe sobre la necesidad de reducir los déficits que han generado las medidas antricrisis se vuelve a hablar de subirlos. Cuando las cuentas no cuadran no hay más que dos fórmulas o, si me apuran tres, para volver al equilibrio. Una es subir los ingresos, otra reducir los gastos y una tercera, una combinación de ambas medidas. Incrementar los gravámenes cuando la gente consume menos y se va al paro puede no ser una buena idea. Pero si hacen falta más ingresos, el IVA puede ser una buena fórmula, en especial cuando la inflación es negativa. Pero ¿reducirá eso aún más el consumo? Y existe otra consideración: los impuestos indirectos son los más injustos, porque se pagan independientemente de la renta con la que cuente el afectado. Ya sé que, como me espetó el catedrático Ramón Tamames durante un debate en el programa Àgora del Canal 33 de la televisión pública catalana en el que participé el lunes pasado, eso puede parecer un discurso anticuado. Creo que no es así. En todo caso es un enfoque político. A los gobiernos, en función de su ideología, les corresponde defender subir un tipo de gravámenes u otros. Pero me temo que, el miedo electoral se impone. Por ello, solo veremos guiños, como las recientes alzas en los impuestos de hidrocarburos y el tabaco. El Ejecutivo no solo teme la reacción de los ciudadanos si no la actitud muchas veces irresponsable de la oposición, que ve en cualquier medida antipopular un nicho de posibles votos. Al final, por las fuerza de los hechos, no habrá más remedio que aplicar alguna subida y, seguro que estará más relacionada con los tributos indirectos, en el fondo más "invisibles", que con los directos. Porque esperar una racionalización radical del gasto, cuando se ha descentralizado tanto el Estado y la Administración central no ha reducido su peso en la proporción correpondiente, es mucho esperar. Ahora entiendo tanto interés por ver brotes verdes de recuperación. El Gobierno cree que si vuelve el crecimiento, los ingresos se recuperarán por sí solos y el gasto volverá a sus niveles normales. Pero, dado el perfil que puede tomar la recuperación, con empresas y familias endeudadas hasta las cejas y bancos afectados por un exceso de morosidad y pasivo, me temo que los gestores públicos no tendrán más remedio que coger el toro por los cuernos y, quieran o no, algún impuesto tendrán que subir. Si no, al tiempo...