domingo, 28 de octubre de 2012

Del paro al desahucio

Una media de de 500 desahucios diarios (350.000 desde que comenzó la crisis y sin visos de parar), más de 5,7 millones de parados y en camino ¿irremediable? hacia los seis millones... ¿No son esos motivos no solo para reflexionar sino para tomar decisiones como, por ejemplo, reformar las legislación hipotecaria, que data de hace más de 100 años? Hay una figura en nuestras leyes que es la cláusula abusiva (cuando una de las partes se aprovecha vilmente de la otra, para simplificar) ¿Acaso no es la situación que padecen muchos desahuciados con respecto a los bancos que, en su día, les prestaron el dinero, en muchas ocasiones, sin aplicar los mínimos criterios de control del riesgo y sentido común? Detrás de cada cifra se esconde un drama personal y familiar. Son una suma de individualidades y pequeñas colectividades que, con el tiempo, adquieren unas proporciones gigantescas y trágicas. Y, por lo que se ve, no merecen el derecho a ser rescatados, como sí que lo tienen los bancos ( más de 1.800 euros por español). Pero no es el único de los problemas que tenemos. Por ejemplo, la reforma laboral, al centrarse en abaratar la salida del puesto de trabajo, ha acelerado los despidos colectivos. Y eso son más personas sin recursos y futuros desahucios. Las medidas adoptadas por el Gobierno de Mariano Rajoy hasta ahora, más que mejorar parece que empeoran la situación a pasos agigantados. Y la oposición socialista liderada por Alfredo Pérez Rubalcaba, noqueada, dando tumbos por el ring sin aportar recetas creíbles y distraída con sus propias batallas internas. Seguro que la solución no está en el enfrentamiento o en envolverse en banderas (sean del color que sean), pero seguro que tampoco se encuentra en el conjunto de medidas que el PP ha aplicado hasta la fecha sin más apoyo que el propio. La economía está agonizante, casi sin pulso. El paciente, el país, se asfixia. Necesita que los médicos (entiéndase, los políticos), una vez hecho el diagnóstico, aporten la terapia necesaria. Y con planes e ideas diseñadas de forma conjunta, si hace falta. Me niego a aceptar que la única medicina posible consiste en matar al paciente.

domingo, 14 de octubre de 2012

Uniones, desuniones y anestesias

Si Catalunya sufriera el drama del paro, recortes salariales, económicos y sociales debería concentrarse en combatirlos. Si España los padeciera, también. Por suerte, tenemos otras cuestiones de las que ocuparnos: los colores de las banderas, el patriotismo, las unidades sagradas y las desuniones osadas. Como no hay crisis, como a nadie le arrebatan la casa por impago de la hipoteca, como las listas de espera en los hospitales no se alargan y hay dinero en cantidad y sobrante para salvar a los bancos, podemos dedicarnos a esas cuestiones profundas (no digo que no lo sean). La unión, según unos; y la desunión, según otros, son una buena anestesia e incluso una forma de aliviar el dolor e incluso de hacernos la vida más llevadera... hasta que sus efectos se acaban.