domingo, 5 de julio de 2009

El dilema entre subir impuestos y bajar gastos

Lo dice la propia palabra: impuestos = imposición. Nadie los paga con gusto. No son voluntarios. En el actual debate que existe sobre la necesidad de reducir los déficits que han generado las medidas antricrisis se vuelve a hablar de subirlos. Cuando las cuentas no cuadran no hay más que dos fórmulas o, si me apuran tres, para volver al equilibrio. Una es subir los ingresos, otra reducir los gastos y una tercera, una combinación de ambas medidas. Incrementar los gravámenes cuando la gente consume menos y se va al paro puede no ser una buena idea. Pero si hacen falta más ingresos, el IVA puede ser una buena fórmula, en especial cuando la inflación es negativa. Pero ¿reducirá eso aún más el consumo? Y existe otra consideración: los impuestos indirectos son los más injustos, porque se pagan independientemente de la renta con la que cuente el afectado. Ya sé que, como me espetó el catedrático Ramón Tamames durante un debate en el programa Àgora del Canal 33 de la televisión pública catalana en el que participé el lunes pasado, eso puede parecer un discurso anticuado. Creo que no es así. En todo caso es un enfoque político. A los gobiernos, en función de su ideología, les corresponde defender subir un tipo de gravámenes u otros. Pero me temo que, el miedo electoral se impone. Por ello, solo veremos guiños, como las recientes alzas en los impuestos de hidrocarburos y el tabaco. El Ejecutivo no solo teme la reacción de los ciudadanos si no la actitud muchas veces irresponsable de la oposición, que ve en cualquier medida antipopular un nicho de posibles votos. Al final, por las fuerza de los hechos, no habrá más remedio que aplicar alguna subida y, seguro que estará más relacionada con los tributos indirectos, en el fondo más "invisibles", que con los directos. Porque esperar una racionalización radical del gasto, cuando se ha descentralizado tanto el Estado y la Administración central no ha reducido su peso en la proporción correpondiente, es mucho esperar. Ahora entiendo tanto interés por ver brotes verdes de recuperación. El Gobierno cree que si vuelve el crecimiento, los ingresos se recuperarán por sí solos y el gasto volverá a sus niveles normales. Pero, dado el perfil que puede tomar la recuperación, con empresas y familias endeudadas hasta las cejas y bancos afectados por un exceso de morosidad y pasivo, me temo que los gestores públicos no tendrán más remedio que coger el toro por los cuernos y, quieran o no, algún impuesto tendrán que subir. Si no, al tiempo...