lunes, 26 de octubre de 2009

Subir impuestos sin que se note

Lo decía hace unos meses y lo reitero: Llegan épocas de subidas de impuestos. Los estados no tienen otro remedio para cuadrar sus cuentas, mermadas por los efectos de la crisis. Y la mejor herramienta es el IVA y los tributos que gravan el consumo, como constata el último informe global de la consultora KPMG. Son tal vez los impuestos más invisibles. Una vez que se aplica la subida, tras el enojo inicial, ésta es absorbida por el mercado y por los consumidores. En España está prevista un alza de dos puntos en el tipo general del IVA, del 16% al 18%, y de uno en el tipo reducido, del 7% al 8%, a partir de julio. La necesidad de ingresar que tienen los estados deja en un segundo plano el debate ideológico entre los impuestos directos --aquellos que tienen en cuenta la renta del contribuyente-- y los indirectos --aquellos que se pagan independientemente de la renta del afectado--. Es indudable que supone mucho más una subida de dos puntos para alguien que gana 1.000 euros y tiene que gastarlos casi todos para sobrevivir que para alguien con unas renta superiores a 100.000 euros y, por tanto, con capacidad para ahorrar. Pero necesidad obliga. Los gobiernos requieren fondos y, en todo caso, en su mano está, establecer mecanismos para que paguen más quienes más tienen --por ejemplo mediante una lucha contra el fraude mucho más eficaz o evitando que quienes tienen más posibilidades de una buena asesoría se mofen del resto de mortales--. Ese sí que es, todavía, un rasgo ideológico.

martes, 20 de octubre de 2009

Millet y el buen abogado

Que se lo digan al expresidente del Palau de la Música, Fèlix Millet: Donde esté un buen abogado... La estrategia de su defensa, diseñada por Pau Molins, ha sido esencial para librarse de la cárcel, al menos por ahora, después de declarar y tras haber admitido que se había apropiado de dinero ajeno. Básico. Distraigo unos euros por aquí, otros por allí o los tomo prestados sin fecha de devolución y luego, con una parte de eso, me pago un buen abogado que me librará de las penurias que pasaría un delincuente de poca monta. El sistema no acaba de funcionar. Nadie entiende que alguien que ha aceptado por escrito que se metió en el bolsillo unos fondos importantes de la institución que presidía campe por la calle a sus anchas. Seguro que si hubiera robado un bolso las cosas serías distintas. Como ya he dicho en alguna ocasión, Millet, como el monumental estafador Bernard Madoff, es un síntoma de que las cosas no funcionan como debieran en esta economía de mercado que tantos disgustos nos está dando desde hace más de un año. Y lo que ha sucedido después de su primera declaración casi tres meses después de que los Mossos d'Esquadra entraran a registrar el Palau --es decir, nada--, también lo es.

miércoles, 7 de octubre de 2009

El sueldo de los consejeros, otro mal síntoma

El año pasado, los consejeros de la banca percibieron el 52% más que en el ejercicio anterior. Ni más ni menos que una media de 5,49 millones de euros, frente a los 3,6 millones del ejercicio precedente, según el último boletín de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). De esta forma superaron la retribución de los vocales de consejos de empresas de energía y agua, que solían ser los que más emolumentos percibían. No deja de ser chocante que los reponsables de los órganos de gobierno de, precisamente, entidades financieras fueran los que más ganaron, justo el año en el que la economía se desplomó a causa de los desmanes de las hipotecas basura y demás inventos de este sector. Si eso no es un síntoma de que las cosas no van bien... Yo tenía entendido que estos personajes eran los que defendían ligar la retribución a los resultados. Si eso es así, en 2009 deberán ganar muchísmo menos que en 2008 porque las cuentas de las entidades que gobiernan están mucho más deterioradas. Me temo que el dinero que se embolsarán no bajará tanto como lo harán los resultados. Y si finalmetne optan por dar una imagen de austeridad, siempre les quedará la solución de compensar el desajuste para sus bolsillos autoadjudicándose prejubilaciones y pensiones multimillonarias a cuenta del dinero de los accionistas que, no lo olvidemos, son los auténticos dueños de las empresas, aunque, viendo cómo se dirigen las compañías, no lo parezca.

domingo, 4 de octubre de 2009

Madoff, Millet y otros síntomas


No sé muy bien cómo definirlos. Bueno, evidentemente al margen de las calificaciones penales que merecen, claro. Bernard Madoff, protagonista de la mayor estafa de la historia de EEUU; y Fèlix Millet, el expresidente del Orfeó Català y la Fundació Orfeó Català-Palau de la Música que, en breve, será citado a declarar por el juez a propósito de la supuesta red de desvío de fondos que montó, son, ante todo, síntomas. Son síntomas de una enfermedad, de un deterioro del capitalismo que requiere reflexión. Tal vez como el que analizaba John Kenneth Galbraith en su ensayo La economía del fraude inocente. Una sociedad en la que el fraude, a gran escala y de guante blanco, claro; pasa a ser percibido más como una habilidad que un delito. Pues bien, no hay fraude ni engaño inocente, o al menos no debería haberlo. Ni Madoff ni Millet son, en el fondo, algo inédito, pero sí una advertencia de que los excesos de las etapas de vacas gordas conducen a abusos y a una cultura del todo vale y de la impunidad de unos pocos frente al estupor de unos muchos. Y, rebobinemos, volvamos al principio: No todo vale, por mucho apellido que tenga uno. No hay engaño inocente ni timo benevolente. Solo hay fraude, engaño y timo. Pero, como decía, tras una época de excesos y bonanza extrema con personajes de este tipo hay que preguntarse también si son solo ellos los culpables ¿Nadie más sabía nada de lo que estaban haciendo ni lo intuía? ¿Ni el supervisor bursátil en EEUU? ¿Ni las Administraciones, socias del Palau a través de un consorcio, ni tampoco algunos de los amigos de Millet, ni conocidos y allegados de la alta burguesía? ¿Nadie en absoluto? ¡Pues que buenos controles que tenemos! Sabemos o empezamos a saber quiénes son los culpables directos de las fechorías, pero también deberíamos llegar a saber quiénes fueron encubridores, cómplices por acción u omisión e incluso si hubo otros beneficiarios del desvío de fondos en el caso del Palau, sean personas físicas o jurídicas, partidos por ejemplo. Ese sería el primer paso, si no para erradicar totalmente esta enfermedad del capitalismo, sí para reducir o acotar su expansión. Pero, no sé, no sé...