miércoles, 21 de mayo de 2008

Negro, negro, negro....


Lo podemos decir. El petróleo, que ya ha superado la cota de 133 dólares, se está convirtiendo en un auténtico problema. La inflación es ya un hecho tan cierto en los países occidentales como que el día es claro y la noche oscura. Y es la combinación peor de todas: inflación con desaceleración. Las autoridades fiscales y monetarias van a tener que emplearse a fondo para que no caigamos en un auténtico pozo. Las perspectivas, hoy por hoy, empiezan a ser tan negras como el color que tiene el preciado carburante con el que hacemos funcionar nuestras economías. Los pronósticos ya son muy inciertos y solo faltaba que la Reserva Federal rebajara las previsiones de crecimiento en EEUU y aumentara las de inflación y desempleo. Como ha demostrado la crisis hipotecaria que han contagiado a todo el mundo a través de empaquetar en sofisticados productos financieros activos ocultos de dudosa calidad, un empeoramiento de la situación de la primera economía mundial cumple las expectativas de los más pesimistas: Un estornudo en EEUU se convierte en un resfriado, si no una gripe de caballo en el resto del planeta. Esperemos que sea más lo primero que, con unas pequeñas curas se solventa; que lo segundo, que requiere medicinas potentes que causan mucho dolor y sufrimiento.