miércoles, 15 de mayo de 2013

Empresas sin gasolina ni reservas

El Cuarto Diagnóstico Financiero de la Empresa elaborado por la escuela de negocios EADA con el apoyo de la patronal Pimec alarma. Y no solo por la radiografía que ofrece con respecto al año pasado: caída de la facturación del 5%, desplome de la rentabilidad a niveles de los años 90 y por debajo del coste de financiación, estancamiento de la exportación, el 45% de las empresas con pérdidas de explotación --teniendo en cuenta que esta variable no incluye los resultados financieros, el porcentaje seguro que es mucho más elevado--... sino por lo que apunta de cara al futuro más inmediato. Las previsiones para este año son devastadoras. Solo el 13% de las casi 400 pymes consultadas prevén aumentar la plantilla. Sin confianza ni trabajo no hay demanda y, por tanto, tampoco inversión ni empleo. Es un círculovicioso que es preciso romper. Pero ¿quién debe hacerlo? No esperemos ni un céntimo de crédito de la banca, que recorre su particular vía crucis para fortalecer el balance sin medidas disuasorias por parte de los poderes públicos. Y cuando concede financiación lo hace a un precio muy por encima del Euríbor ¿Más consumo privado? Difícil con un paro desorbitado y creciente ¿Más consumo público? Difícil con unas administraciones públicas que están secas y que apenas han acometido una dieta de adelgazamiento sin la que no dejarán de consumir recursos de la forma más improductiva posible. El profesor de finanzas de EADA, Rafael Sambola, que es el autor del mencionado estudio sobre las empresas no ve más salida que los estímulos externos. No es el único que lo dice. Lo han hecho ya muchas voces autorizadas. Sin que Bruselas acometa planes destinados a resucitar la economía y la inversión, las empresas seguirán no solo sin gasolina sino sin reservas, como asegura el secretario general de Pimec, Antoni Cañete y presidente de la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad. Por cierto, por si el panorama descrito no fuera suficientemente desolador, las demoras en los pagos siguen siendo un lastre que cuesta a las pymes unos seis millones diarios en gastos financieros, como recordó Sambola.