sábado, 2 de octubre de 2010

Dolor económico contra la crisis

¿Duele? Pues habrá más. Eso es lo que parece advertir el Fondo Monetario Internacional (FMI) en uno de los capítulos de su último informe de Perspectivas Económicas. Y es que el principal promotor de recetas duras para salir de la crisis avisa de que los recortes presupuetarios que él mismo aconseja producirán más dolor que beneficio a corto plazo en aras a conseguir beneficios en un futuro que parece más bien lejano ¿No es mucho pedir? Muchos de los países que optaron por incumplir los mandatos del FMI superaron mejor sus crisis que los aquellos que siguieron la hoja de ruta de este organismo punto por punto. ¿No sería ya momento de revisar principios que no hace mucho eran como verdades inmutables? Por ejemplo, el liberalismo y el protagonismo sagrado del mercado, que nos ha llevado hasta donde hoy estamos. Hasta los más fervientes defensores del libremercado reclamaron no hace tnato tiempo a los estados un salvavidas para evitar el hundimiento del sistema. Y son hoy esos mismos quienes ahora reprochan a los gobiernos unos endeudamientos excesivos y les exigen recortes drásticos, aun a costa de asfixiar a millones de personas. Y no quieren ni oír hablar de una pequeña tasa sobre las transacciones financieras o cualquier otro tipo de gravamen que reduzca sus beneficios aunque sea en una milésima parte, porque eso volvería a provocar una crisis, dicen. En resumen, que los platos rotos los paguen los demás. Entiendo su perspectiva y más si nadie desde la política, no solo española sino internacional --porque eso solo puede aplicarse se es a escala global--, está dispuesto a plantarles cara: Prefieren que los demás paguen la factura de sus fiestas porque ellos ya se ocupan de cobrar los dividendos cuando la economía funciona. A eso le llamaría yo más bien liberalismo de quita y pon o socialización de pérdidas e individualización de beneficios. Y eso, señor Zapatero, señor Sarkozy y señora Merkel, no hay que consentirlo.