domingo, 29 de noviembre de 2015

Fugas empresariales 'ma non troppo'

En las últimas semanas se han producido algunos cambios de domicilios y sedes fiscales de Barcelona a Madrid que han empezado a inquietar. Se ha visto como el inicio de una fuga masiva ante la deriva provocada por el proceso soberanista en Catalunya.

Pero los datos no acaban de corroborarlo. Sin duda, los nombres de cadenas como Derby, cuyo propietario, Jordi Clos es presidente del Gremio de Hoteles de Barcelona, o la de sociedades de Pau Guardans, nieto del político catalanista Francesc Cambó, entre otros, han disparado todas las alarmas. La notoriedad de los protagonistas puede hacer que se magnifique el fenómeno que, en muchas ocasiones, puede tener más una explicación fiscal (pagar menos impuestos) que de pánico ante el proceso independentista iniciado por la variopinta coalición temporal Junts pel Sí y la CUP.

El presidente de Freixenet y de la Cámara de Comercio de España, Josep Lluís Bonet, lo decía este fin de semana en la XX Trobada d'Economia a S'Agaró. "No hay una fuga masiva, pero depende de cómo evolucionen los acontecimientos", afirmaba. Y es que las empresas quieren no tanto estabilidad, que sí, como previsibilidad. Y no parece esa la característica esencial en la política catalana.

La principal voz de alarma surgió del Cercle d'Economia, entidad para la que la actual inestabilidad puede desembocar en fugas de empresas y capitales. Ante esta inquietud, el 'president' en funciones, Artur Mas, convocó el viernes pasado al la cúpula del Cercle, encabezada por su presidente, Antón Costas, y dos de sus vicerpresidentes, Artur Carulla (Agrolimen) y Josep Oliu (Banc Sabadell). No parece que lograra templar del todo los ánimos, pero el movimiento de Mas se ha visto como un intento de recomponer los puentes de diálogo con buena parte del mundo económico catalán.

Ya hay quien asegura que algunas compañías empiezan a dar más peso a filiales que tiene en el resto de España.Y también hay empresas que guardan en la recámara la opción de cambiar de sede social. Un reciente cambio en la ley de sociedades de capital, a través de una modificación de la normativa concursal lo facilita. Ahora no hace falta que el cambio de sede fuera del municipio se tenga que someter a la aprobación de la junta de accionistas o socios, sino que basta con un acuerdo del consejo de administración, siempre que los estatutos sociales lo permitan. La disposición final primera de la Ley 9/2015, de 25 de mayo, de medidas urgentes en materia concursal, es la que que da estas opción.

Hay empresarios que consideran que la declaración soberanista aprobada por el Parlament el pasado 9 de noviembre por parte de Junts pel Sí y la CUP signfició una línea roja que desató todas las alarmas. Por el momento, y a la espera de nuevos acontecimientos y utilizando la terminología musical, las fugas empresariales tienen hoy aún un carácter 'ma non troppo'. Pero si la situación empeora, con más inestabilidad y riesgo de incumplimientos legales y mayores enfrentamientos con el Estado, esto podría convertise en 'molto vivace', lo cual sí que sería, no solo para preocuparse sino para echarse a temblar.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Independencia con dependencia

No hay duda. Catalunya se encuentra inmersa en un proceso hacia la independencia sin herramientas financieras ni oxígeno en forma de liquidez. Es decir, sea por uno otro motivo, es totalmente dependiente del Estado. Curiosa paradoja.

La resolución secesionista aprobada por Junts pel Sí y la CUP no hizo más generar desconcierto. El Cercle d'Economia, un foro de opinión en el que caben múltiples ideologías, lo acaba de constatar: o estabilidad o elecciones, ha reclamado. Incluso ha alertado de que la actual situación retiene la inversión e incluso provoca huídas de sedes empresariales o puede incluso aumentarlas. Uno de los últimos ejemplos, aunque los implicados lo hayan desvinculado del proceso soberanista, es la cadena hotelera Derby, de la familia Clos, cuyo patriarca es, a su vez presidente del Gremio de Hoteleros de Barcelona.  

Y en este contexto, el Gobierno central trata de que se visualice aún más la pobre situación financiera de de las arcas de la Generalitat. No solo es propietaria de más del 50% de la deuda catalana sino que esa proporción se encamina ya a cerca de 60 de cada 100 euros de pasivo. Y ahora además impone nuevas condiciones para abrir la espita del oxígeno.

Es evidente que el sistema de financiación autonómica, que en su día llegó a defender incluso la antigua CiU, no es la mejor de las herramientas para disponer de los recursos que se requieren, pero tampoco la gestión del Govern ha sido la mejor.

El primer Ejecutivo de Artur Mas se encontró con una deuda que apenas llegaba a 30.000 millones de euros tras dos legislaturas de tripartito, y en la actualidad, cuando una parte de lo que era CiU se ha integrado en Junts pel Sí y aún no hay un Govern constituído, se acerca a los 70.000 millones después de dos minilegislaturas convergentes ('minis' porque en ninguno de los dos periodos ha llegado a los cuatro años). Y eso después de ser uno de los gobiernos más aplicados en aplicar recortes, especialmente entre el 2010 y el 2012.

El Gobierno central parece poco dispuesto a emprender un camino de diálogo, que claman incluso algunos de los más críticos con el proceso independentista. Y menos a un mes de unas elecciones generales. Como acreedor enseña sus músculos. Pero, tampoco el Ejecutivo catalán en funciones está en disposición de dar lecciones ni de coherencia ni de gestión ¿Resultado? Elecciones el 20-D y, en función del resultado, posiblemente otras en Catalunya poco después.

miércoles, 14 de octubre de 2015

La asignatura pendiente de la innovación


Mejoramos, pero no suficiente. En este país hablamos mucho de innovación y de economía del conocimiento, pero no acabamos de arrancar.

El Índice Mundial de Innovación 2015, que elabora la Universidad de Cornell, el Insead y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) con el apoyo de AT Kearney, sitúa a España en el puesto 27. Sube, pero no lo suficiente. En cabeza están Suiza, Reino Unido, Suecia , Holanda y EEUU. Y si queremos llegar hasta el puesto número 10 siguen Finlandia, Singapur, Irlanda, Luxemburgo y Dinamarca. En total se examinan 141 economías sobre la base de 79 indicadores.

Aunque en media ocupa el lugar 27, España es la 24 en cuanto a factores de entrada, es decir en todo lo relacionado con la inversión; y el 29 en los de salida, es decir, en todo lo relacionado con el resultado de esa inversión.

Lo más alarmante es que en aspectos como el peso de la educación con repecto al PIB (puesto 59), los beneficios fiscales (60), la facilidad para iniciar un negocio (62) o la estabilidad política (65) no consigue salir del agujero. Existen elemento positivos, como el lugar 12 en investigación académica, pero luego se produce un retroceso en creación de marcas y otros activos intangibles (38) o en la generación de patentes (65). No hay una sola empresa española entre las 100 primeras del mundo en este ámbito. En España se invierte poco en este ámbito, especialmente en el sector privado. Y además no se saca a esa inversión, que ya es inferior a la de los países más desarrollados, el provecho suficiente. Con estos mimbres será difícil ser líder en una de las principales facetas del progreso.

Es cierto que ya hay cada vez más empresas y emprendedores con mentalidad innovadora y con ese pequeño gramo de aventurerismo necesario para avanzar. Pero no basta. Aún son más excepciones que normas. Ni la educación ni la mentalidad están diseñadas para ello. Y poco se avanzará mientras las políticas educativas, uno de los pilares sobre el que hay que edificar la mentalidad innovadora, no se tomen en serio como un factor estratégico y no como una arma política arrojadiza a corto plazo.



sábado, 19 de septiembre de 2015

El voto de la banca


Me soprende que sorprenda. La banca, a través de la patronal AEB y la de las cajas, CECA, han emitido su voto sobre el proceso independentista en Catalunya. Y no están a favor. Como tampoco la gran patronal CEOE y otras instituciones del mundo económico.

 ¿Acaso esperaba alguien que lo estuvieran? A ninguna entidad, empresa u organización, al 'stablisment' en general, le interesan los cambios bruscos. Y menos uno de este tipo, una secesión. Lo cierto es que, a pesar de que no votan, influyen. Y mucho. Como lo han hecho siempre, por otra parte, aunque sean los ciudadanos, en teoría, quienes deciden a través de las urnas. En cualquier caso deberían hacerlo con datos y el máximo de información.

Y la verdad es que asustarlos o tratar de intimidarlos como hace la banca y quienes se oponen a la independencia no ayuda demasiado. Pero tampoco venderles un mundo feliz, una especie de paraíso perfecto, por parte de quienes en más de 30 años de autonomía se han dedicado a replicar los vicios y defectos de la administración central. No hay superioridad ni moral ni natural por parte de nadie. Se ha visto en estos años. Con estas estrategias, tan poco convincentes resultan los argumentos del 'sí' como los del 'no'. Sí porque sí y no porque no. Todo un portento de razonamiento. No me extraña que el cineasta Fernando Trueba prefiera la palabra "desertor" a "nación".  

En cualquier caso a nadie se le escapa que tras el 27-S nada será igual. No podrá quedar todo en una anécdota. Para avanzar no podemos quedarnos quietos porque puede haber un accidente. De eso parece ser consciente hasta el mayor de los inmovilistas, o eso espero.

Una opción sería cambiar las reglas del juego (Constitución) para que Cayalunya encajara bien. Y si se opta mayoritariamente por la independencia (eso no puede zanjarse solo con mayoría de escaños en unas elecciones autonómicas en las que el voto de los pueblos pesa más que el de las ciudades), el camino será duro y difícil. No se puede hacer de la noche a la mañana, como se está viendo. Y solo tendrá legitimidad si se ocnsigue mediante una consulta legal: un hombre o mujer/ un voto.

La pregunta es ¿están dispuestos los ciudadanos a emprender un viaje por un camino tortuoso, polvoriento y sin señalizar en un vehículo conducido por un kamikaze o más bien se decantan por circular por una carretera asfaltada y con señales de tráfico con algunas trampas y desniveles con un chófer que solo para cuando le conviene? Lo que no podrá ser es que el automóvil se quede parado. Eso lo sabe hasta la banca. O se asfalta el camino y se ponen indicadores o se mejora la carretera y se quitan los desniveles. Pero, en cualquier caso, la ruta tendrá que ser con nuevos conductores.

jueves, 27 de agosto de 2015

China en el zapato de la economía global

Nerviosismo, sí. Pero con cierto fundamento. El pánico vivido en los mercados tiene su sentido. Las bolsas lo han reflejado. Es lógico que se desaten los temores cuando uno de los cuatro motores de la economía global da síntomas de agotamiento.

En un momento en el los otros tres motores: EEUU, Japón y Europa parecen emerger de la profunda crisis financiera global que estalló en el 2008, el único que soportó el chaparrón da muestras de ralentización.

¿Estamos en la antesala de una nueva recesión mundial? Es prematuro decirlo, pero hacen bien los más expertos en mostrar preocupación. Sabemos que los mercados sobrerreaccionan y que la especulación vive del miedo y la incertidumbre, pero cuidado porque China es la segunda economía mundial y ha tirado del carro en los peores momentos. Si pierde mucha fuerza no está claro que el resto puedan compensar esa carencia.

Como advierte The Economist, hay tres factores que sustentan los miedos: China realmente tiene problemas, los mercados emergentes son muy vulnerables y la carrera alcista en los 'parquets' de los países ricos parece haber llegado a su fin. Al margen de exageraciones, la economía mundial, tiene grandes retos. Ni el cielo ni el camio están del todo despejados.

Aparte de la propia realidad china, el efecto contagio, como sucedió con la crisis del sudeste asiático en los años 1997 y 1998, es posible. En especial en economías emergentes como la brasileña, en plena burbuja.

Aunque los países ricos pueden estar, en conjunto, bastante tranquilos, grandes locomotoras, como Alemania, cuyas exportaciones a China tienen un peso considerable, pueden empezar a preocuparse. Y las herramientas para combatir nuevas recesiones son muy limitadas. Al menos con políticas monetarias, con los tipos de interés prácticamente a cero. No temblemos aún, pero tendremos que estar atentos. El cielo no está del todo despejado. El coloso asiático puede ser más que una china en el zapato de la economía global.

sábado, 25 de julio de 2015

Banca: ¿Ya ha pagado entrada?

En una era de márgenes muy estrechos, con unos tipos de interés prácticamente en cero, la banca busca cómo mejorar sus resultados. Como diría el colega Josep Maria Ureta, van al céntimo. Tras haberles pagado entre todos los desmanes que condujeron a la crisis --a unos con rescate directo y a otros con esquemas de protección de activos, que les blindan pagando entre todos ante la posibilidad de que aparezcan pérdidas en las entidades financieras que han adquirido--, ahora nos lo devuelven. Ahora nos lo agradecen.

Una de las primeras en cobrar en sus cajeros a los clientes que son de otras entidades fue CaixaBank. Le ha seguido el BBVA y también reconoce que los estudia el Banc Sabadell. Y no es lo único: en la mayoría de los casos cobran, aunque menos, por las transferencias que realiza uno mismo por internet con su propio dinero.

En una etapa en la que los bancos compran el dinero casi gratis, nos lo cobran bien y apenas nos retribuyen en nuestras cuentas. Al menos mucho menos que en otros países europeos, donde los bancos compran el dinero al mismo precio. Y las entidades españolas lo compensan aplicando cargos y comisiones a todo tipos de servicios y prestaciones a los clientes. ¿Es que nadie vigila?

Dicen que el Banco de España ha mostrado su disgusto por esta prácticas. Que no se quede ahí, que no mire para otro lado y que actúe. La crisis ha reducido de forma sustancial el número de entidades del mercado y, por tanto, la libre competencia. A ver si resultará que lo que hace uno lo hacen todos y los que salimos perdiendo somos los de siempre. Cualquier día se les ocurrirá cobrar por entrar en sus sucursales. Antes de que eso suceda, el regulador tiene el deber de evitar que nos hagan pagar a los demás los resultados de su ineficiencia ¿o no?

martes, 19 de mayo de 2015

Si le hablan de sinergias, huya

Si le hablan de sinergias salga corriendo, huya. Es el mundo de los eufemismos. En economía están muy enraizados. Es una forma muy común de despistar y de tapar con tecnicismos cuestiones mucho más simples como, por ejemplo, utilizar la palabra sinergia para no decir recorte y, generalmente, de puestos de trabajo. O el término ajuste para no decir directamente despidos o austeridad para evitar el vocablo recortes.

Todo ello está bien recogido en el libro 'Cómo hablar de dinero' (Anagrama, Barcelona, 2015). El autor, John Lanchester, afirma que sinergia no es más que otra de las muchas "gilipolleces" que circulan por ahí.

Cuando una empresa que factura un millón y gana 100.000 se une con otra que factura lo mismo y tiene un beneficio de 50.000, todo el mundo pensaría que se trata de al menos duplicar todas las cifras. Pero no suele ser así. En realidad se trata de minimizar los costes y multiplicar las ganancias.

En vez de vender el doble, o sea dos millones se pasa a vender 1,5 millones y, en cambio, el beneficio no pasa de 100.000 a 150.000 si no que puede duplicarse  o más. Y todo ello gracias, como no, a las sinergias. Con frecuencia se debe a que se reducen empleos con el pretexto de ahorrar y sacar más jugo de la organización para jolgorio de consultores, asesores y demás firmas que facturan en ma medida que se generan transacciones y fusiones muchas veces innecesarias. Pero eso será motivo para otra entrega.

jueves, 23 de abril de 2015

El efecto WC

La responsabilidad tiende a diluirse cada vez más en algunas organizaciones. Y en la forma de funcionar de algunas empresas.

Un claro ejemplo son las subcontratas. Al trocearse la cadena de valor y hacerlo también cada una de estas partes lo hace también la responsabilidad. Queda tan repartida que al final no queda quien responda por un fallo o error, para desespero de los clientes. Hay empresas que lo han resuelto de forma positiva y que, de cara al cliente, actúan como una única entidad.

Pero esto es algo que pasa también en muchas organizaciones. Se crean estructruras, y superestructuras que llegan a convertirse en auténticas telas de araña en las que cada uno de los componentes actúa solo para justificar su propia existencia. Tanto les ocupa esa tarea que olvidan su función primordial, que es la de organizar y asumir responsabilidades. El engranaje creado a lo largo de los años no sirve para aumentar la productividad sino para frenarla e incluso reducirla.

Y es que no hay nada mejor para desincentivar al conjunto de la organización que una estructura difusa, compleja y excesivamente burocrática, bien porque solo manda uno y los demás solo están ocupados en complacerle; bien porque se han difuminado tanto las responsabilidades que nadie decide. Es un mal que deteriora las organizaciones y que puede provocar su desaparición. Ante ese riesgo las soluciones han de ser siempre organizaciones más simples y ágiles en las que los papeles y roles de cada miembro están claros de antemano.

Sin esos cambios, los problemas se desploman desde arriba como piedras o como el agua que sale del depósito del inodoro cuando acabamos de hacer nuestras necesidades. Y, claro, siempre cae encima de los de debajo: el grueso de los empleados, en unos casos, y de los clientes, en otros. Y estos pueden acabar ahogándose arrastrados por las cañerías. Es lo que denomino el efecto WC.  

viernes, 13 de marzo de 2015

Usted debe 22.104 euros

Malas noticias. Usted debe 22.104 euros. Ni más ni menos que casi un 8% más que un año atrás. Es el resultado de la deuda de las administraciones con la que cargamos en el 2014, según los datos del Banco de España. Si pensaba que con la hipoteca ya tenía suficiente, aquí tiene otra carga con la que no contaba y que, trimestre a trimestre, va 'in crescendo'.

Y otro factor que empeora las cosas: La deuda pública cada vez es mayor, mientras que la población decrece. Un dato: en 2014 éramos 46,7 millones de habitantes, con un pasivo de las administraciones públicas de 1,033 billones, equivalente al 97,7% de toda la riqueza que se genera al año en el país. En resumen, debemos casi todo lo que producimos en un año.

Lo peor de todo es que en diciembre del 2013 éramos 47,1 millones de habitantes, 358.000 más y debíamos 966.170 millones, el 92,1% del PIB o casi 70.000 millones menos. Por tanto, éramos más a repartir una carga que era menor. Ahora la deuda es mucho mayor y la población menor. No es una evolución como para echar las campanas al vuelo.

Una de las claves para soportar las deudas es poder pagarlas. Eso solo se cura con crecimiento que genere recaudación y, por ahora, parece que el dinamismo empieza a llegar. Pero más vale que nos demos prisa porque no sé si bastará. Hace un año debíamos 20.500 euros por cabeza y ahora son 22.104.

Y no digamos en Catalunya. Cada ciudadano de esta comunidad, por el mero hecho de ser catalán, debe 8.574 euros, mientras que un año atrás debía 7.702. Cuanto menor sea la deuda de la autonomía, menor será la proporción de carga que soportorán sus ciudadanos. Por ejemplo, en Madrid, una comunidad con un peso económico muy parecido al de Catalunya y alrededor de un millón de habitantes menos, cada ciudadano debe  3.806 euros, unos 400 más que el año anterior, en el que el pasivo era de 3.402.

Esa es la sustancial diferencia entre tener una cantidad u otra de deuda. Será por un sistema de financiación mal diseñado, por mala gestión del gobierno autonómico o probablemente por una combinación de ambos factores, pero lo cierto es que un catalán, por el mero hecho de serlo, tiene una deuda 2,25 veces mayor que la de un madrileño, que carga con la menor proporción de deuda con respecto a su riqueza que el ciudadano de cualquier otra comunidad ¿Tendrá algo que ver en ello el efecto-capital? Por cierto solo se le aproxima Euskadi, que tiene el concierto económico.

miércoles, 28 de enero de 2015

Muchas Grecias

Nunca antes había generado tanta expectativa. Grecia, ese pequeño país que ha provocado más de una tormenta en Europa, es vigilado hoy con lupa. Unos esperan corroborar un estrepitoso fracaso de las otras políticas, esas que se defienden como alternativas al pensamiento único proausteridad o, mejor dicho, austericidio que promueve la troika. Y otros, ratificar que otra forma de enfrentarse a la política económica es posible. Ni el más radical de los defensores del libre mercado es capaz de argumentar de forma sólida que la mejor forma de salvar a un país que se asfixia es quitarle el respirador. Martin Wolf, el prestigioso economista del Financial Times que este martes impartió una conferencia en el IESE, entiende que no queda más salida que proporcionar algo de aire al nuevo Ejecutivo de Syriza, si bien con condiciones. Y recuerda que una buena parte de los ingentes recursos que ha recibido Grecia no han respondido más que a la conversión de deuda privada (de los bancos) en pública (de los contribuyentes), para salvar a las instituciones financieras que prestaron al país sin aplicar las más mínimas reglas de control del riesgo. No se lo han embolsado los griegos, que se han quedado con la deuda y los intereses, sino los bancos. Grecia, agregó, tiene un problema de desarrollo, no de reformas, por lo que requiere tiempo para reconstruir instituciones, leyes, gobernanza y valores. Y eso no se resuelve apretándole las tuercas y exigiendo que pague como sea. Por el momento, Syriza, como mínimo, ha despertado la reflexión y la atención por parte de quienes dudaban de que solo existían un único tipo de recetas para superar estas situaciones. Podría ser el primer paso para una solución. Recordar que nos deben 26.000 millones a los españoles, como hace el Gobierno no es el camino ¿Acaso no nos prestan y nos han prestado a nosotros el resto de socios comunitarios? La vía ha de ser negociar con realismo y flexibilidad. Lo sabe cualquier acreedor. Aunque solo sea por haber abierta una ventana de esperanza, hay que decir: muchas gracias a los griegos porque su decisión puede ser una tabla de salvación para muchas otras 'Grecias'.