jueves, 31 de julio de 2008

Billetes de avión con trampa


Bienvenidos al mundo de las trampas aeronáuticas. Vueling, ese proyecto de aerolínea que acabará fundiéndose con Clickair --su principal rival-- para ver si entre las dos pueden salvarse, ha descubierto, como han hecho otras compañías, el secreto para ingresar más y reducir pérdidas: Cobrar de forma tramposa y casi ilimitada por las maletas. No conformándose con cargar 10 euros por bulto --de equipaje, se entiende-- al realizar la reserva por internet --que se convierten en 20 por cada maleta por la que nos se les ha avisado de antemano-- ahora cargan por el exceso de peso 8 euros por cada kilo que supere el límite. En resumen, un sobrepeso de 8 kilos se traduce en 64 euros --más de 10.000 pesetas por si no quedaba claro--. Y no es un invento o especulación. Lo sé a ciencia cierta porque lo he vivido ¿Qué será lo siguiente? ¿Abroncar al pasajero antes de subir al avión por no haber advertido de antemano de que llevaría una maleta más? ¿Pagar un plus por poder sentarse o poder escuchar el MP3? ¿Llegar cinco horas antes del embarque para que no nos penalicen? ¿Cobrar un bvuen recargo por la tabla de surf como hace Easyjet? Señores. Así no van bien las cosas. ¿De qué nos sirve un billete barato si luego los distintos recargos --carburante, maletas, seguros, por pago con tarjeta, por gastos de gestión y demás- cuestan más que el billete en sí, cuando no hacen que este acaba costando el doble o más de lo que habíamos previsto? Entiendo que el petróleo no deja margen para mucho low cost, pero al menos no camuflen la realidad y engañen a los pobres pasajeros que empiezan pensando que el billete les costará 30 euros por trayecto y, finalmente, acaban pagando hasta 100 o más. Eso no es servicio. Eso es trampa.

miércoles, 30 de julio de 2008

¿Es obligatorio comprar el iPhone?


Realmente vivimos en una sociedad vícitma del consumismo y de las marcas comerciales. En los últimos días, me viene a la cabeza una pregunta: ¿Es obligatorio comprar el iPhone de Apple? Lo digo porque se me acercan personas vedaderamente desesperadas porque han acudido a una tienda de Movistar, la filial de Telefónica que comercializa estos dispositivos en España, y se han encontrado con que, según les han dicho, la demanda no cubre la oferta. En resumen, que se les han acabado los modelos. "Vuelva usted mañana a ver si hay suerte" les dicen ¿No será el viejo truco de promover la escasez para provocar aún más necesidad? El mercado está lleno de terminales de móvil. Es cierto que pocos ganan en originalidad de diseño al iPhone. Otra cosa son las prestaciones. No olvidemos que la gran apuesta de Apple tiene defectos, desde una escasa duración de la batería hasta otros que han comentado muchos especialistas. El gran triunfo de Apple no es tener clientes sino seguidores, fans. Ahí radica la clave de su éxito. Si uno trata de evitar la gran oleada de mensajes a favor del iPhone, se da cuenta de que en el mercado hay otras opciones que tal vez son incluso mejores. La técnica de dejar sin cubrir toda la demanda no es nueva. La emplean las mejores marcas comerciales, desde Zara con determinados modelos, hasta los fabricantes de videoconsolas. Se trata de provocar ansiedad y necesidad de comprar el producto. Por parte del usuario, la mejor defensa es plantearse si es imprescindible sufrir tanto por un dispositivo que, en realidad, ofrece cais lo mismo que el resto con la diferencia de que uno se convierte en prisionero del formato, el auténtico negocio de Apple. No es que el iPhone me parezca feo o deplorable. Al contrario. Alabo el ingenio y diseño de Apple. Lo que me pregunto es si merece la pena sufrir por conseguirlo. Sinrecaramente, creo que no. En el mercado hay muchos móviles, reproductores de MP3 y demás entre los que elegir. Seguro que si bajanlas peticiones en las tiendas de Movistar empezarán a aparecer cajas llenas de iPhone.

martes, 22 de julio de 2008

De negro al rojo


En solo un año, el Estado ha pasado de un superávit de más de 5.000 millones de euros a un déficit de más de 4.000, el primero en tres años. Es uno de los principales indicadores de que la economía no solo se desacelera sino que se ha frenado. Lo advertíamos hace unas semanas: Menor actividad, menos impuestos. Y así ha sido. La crisis que sufren las arcas autonómicas por la caída de ingresos procedentes de la actividad inmobiliaria ha impactado de llego en las cuentas del Estado. El encarecimiento del petróleo y unos menores ingresos por el IVA y el tributo que grava los beneficios de las empresas han devuelto a los presupuestos del Estado su color rojo tradicional. El negro era transitorio. No hay nada de malo en que el Estado gaste más de lo que ingresa cuando la economía va mal. Es una forma de animarla. Pero, mucho me temo, que medidas como los 400 euros --que en realidad son 200 en junio y 33,33 cada mes entre julio y diciembre-- poco harán por aumentar la actividad y, en cambio, han reducido la hucha del Estado. Por cierto, esa suma todavía no se ha computado en la ejecución presupuestaria hasta junio. Quizás por eso el secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, Carlos Ocaña, ya admitía el pasado lunes que este año se puede cerrar el ejercicio con un déficit "moderado". Me temo que será más que moderado porque a los gastos como los 400 euros se sumarán fuertes aumentos de las partidas destinadas a cubrir el desempleo. Y cuando las cuentas no cuadran solo hay dos formas de que lo hagan: más ingresos o menos gasto. Las subidas de impuestos pueden ser un camino y advertencias como las de Bruselas en el sentido de que los carburantes y el tabaco están menos gravados en España pueden ser una excusa de gran ayuda en la actualidad para el Gobierno. Los impuestos indirectos son una posibilidad porque se notan algo menos que los directos, aunque inciden en el precio final y, por tanto, en el ánimo de los ciudadanos. En el otro lado, solo queda la posibilidad de recortar gastos corrientes, como salarios o compras de bienes y servicios, publicidad y demás porque reducir inversiones no haría más que desestimular aún más la economía. El vicepresidente económico, Pedro Solbes, tendrá que demostrar que puede cuadrar el círculo. Pronto verenos qué hace para que unas cuentas que se han teñido de rojo vuelvan al color negro o, al menos, reduzcan la intensidad de ese encarnado que tanto desánimo produce.

lunes, 21 de julio de 2008

Una buena purga


Los excesos se pagan. Y la construcción está llena de ellos. Basta con mirar alrededor y contar grúas y edificios. En las etapas de bonanzas no vi a ningún constructor ni promotor que pidiera ayuda al Gobierno. Eran todos muy liberales. Es ahora que la piden. Ahora que no venden un piso recuerdan al Estado o, mejor dicho, los impuestos que pagamos entre todos. Mal haría un Gobierno si, con el dinero de todos, ayudara a purgar excesos privados. El Estado tiene la obligación de proteger mediante un seguro a todos aquellos que se queden en el paro y por el que cotizaron cuando tenían empleo. Pero es que el sector del ladrillo gusta de socializar las pédidas, pero no esos ingentes beneficios que se embolsaron a lo largo de varios años. No todos los promotores y constructores están igual de mal. Los hay que supieron evitar la tentación de ganar hasta el último euro y entrevieron que no siempre se podía subir sin límites y tomaron medidas preventivas hasta de que llegar al crisis. Los que piden ayuda son aquellos que emprendieron obras, se endeudaron --con la complicidad de una banca ávida de beneficios-- con el objetivo de exprimir hasta el último céntimo de la etapa de expansión. Yo no digo que se les deje morir, tal vez puede haber fórmulas de que se reconviertan algunas viviendas en pisos protegidos, pero perdiendo el promotor muchas de sus ventajas. Pero de ahí a que el Estado aporte recursos para que algunos no tengan que acudir al concurso de acreedores, hay un enorme trecho. El sector, lo dijo el vicepresidente económico, Pedro Solbes, requiere una buena purga. O ¿a caso no la sufre una familia que ha abusado del endeudamiento para llevar una vida a un ritmo elevado?

lunes, 14 de julio de 2008

Todo lo que sube


Todo lo que sube, baja. Es una ley elemental de la física. La caída de Martinsa Fadesa era cuestión de tiempo. Y es un indicador de por dónde van las cosas en el mundo de ladrillo. El concurso voluntario de acreedores, que España se acostumbra a presentar para salvar el pellejo de directivos y siempre cuando la empresa afectada está a un paso de la quiebra, es un termómetro de la situación del sector inmobiliario. Con ingentes cantidades de deuda y una generación de recursos que apenas da para pagar intereses --por su puesto ni un euro de amortización de capital-- ¿qué esperábamos? Todos los grandes excesos se purgan. Y también en la economía. Martinsa Fadesa, fruto de un boom que nubló la vista a más de uno, se cobra sus víctimas. Y cuando estas víctimas ganaban mucho dinero a partir de endeudarse y esperando que la tendencia alcista hiciera el resto, aquí tenemos el resultado: Todo lo que sube... baja. Y si son ladrillos, no veas.

domingo, 6 de julio de 2008

¿Cómo nace una crisis?


¿Crisis? ¿Qué Crisis? Así rezaba el disco de Supertramp cuya portada ven a su izquierda. Algunos, los más jóvenes, no lo conocerán. Los de mi edad sí. La cosa viene al hilo de la situación actual. ¿Estamos realmente en crisis? Teniendo en cuenta que crecemos la mitad de lo que lo hacíamos, me temo que sí. Pero en la economía hay mucho de expectativas, confianza y psicología. Miles, millones de pequeños actos --desde comprar un coche o dejar de hacerlo hasta adquirir una vivienda o dejar de hacerlo-- pueden tener efectos positivos o extremadamente negativos en el conjunto. Imagine que miles de personas hacen o dejan de hacer lo mismo a la vez. Sencillamente pueden llegar a cargarse un sector. Y algo de eso hay en la situación actual. La gente aplaza obras, compras, inversiones... El ánimo, en economía, es fundamental. Y, en la actualiudad, hay mucho de expectativas y de chorreo de indicadores negativos que no hacen más que despertar el desánimo y el pesimismo. Pero la clave no es tratar de lanzar mensajes optimistas cuando todo el mundo tiene la percepción contraria, sino tratar de buscar datos que se pueden leer y ver en positivo. El problema es que, hoy por hoy, parece que apenas los hay y que predomina el negativo. En este sentido podríamos considerar que estamos cerca del fondo, pero todavía bajando. Paciencia. Como sucede con todos los ciclos económicos, tras la avalancha de malos datos, quienes disponen de buena información o simplemente, de buen olfato, empezarán a moverse y a activar algunas inversiones o sectores con compras a precios de ganga. Entonces, empezará el camino de subida. Pero para eso, me temo que todavía habrá que esperar unos meses. Al menos tendrán que pasar las vacaciones de verano y el Gobierno, una vez contatado y admitido el diagnóstico, tendrá que llevar a cabo nuevas medidas --subidas tributarias o recortes de gastos-- para animar al enfermo. Será una de las primeras señales de que el fondo se ha tocado o de que está cerca.

jueves, 3 de julio de 2008

Dinero más caro


El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido aumentar el precio del dinero hasta el 4,25%, desde el 4% al que estaba. No por esperada deja de ser una mala noticia para los hipotecados y para la economía en general. El riesgo de estanflación --crecimiento estancado e inflación alta-- permanece, si es que no crece. El petróleo no para de subir --ya ha superado los 146 dólares-- y, por tanto, también lo hará la inflación. Veremos qué pasa, pero me temo que el otoño será peor que el verano. Espero errar...

miércoles, 2 de julio de 2008

Sin ingenio


Poca innovación vamos a tener si carecemos de ingenieros. Los últimos estudios indican una reducción alarmante de nuevos ingresos en las facultades y escuelas técnicas, medias y de grado superior, tanto en informática como en telecomunicaciones. Es la resaca del pinchazo de la burbuja tecnológica de 2000, pero es un mal que acecha a muchas profesiones cualificadas. Hoy vamos camino de tener que recurrir al exterior para lograr profesionales y técnicos de cierto nivel. Un país sin este tipo de activos, tanto de grado medio como de grado superior, tiene pocos mimbres para tejer una red de ingenio e innovación. De eso han de ser conscientes los gobiernos. Igual que de la existencia de un sistema educativo que no cumple con las expectativas del mercado laboral. Las empresas tienen que importar profesionales cualificados o bien reciclar ingenieros de unas disciplinas para que ejecuten otras. Tenemos un auténtico problema que solo se atajará con una estrategia de política educativa consencuada, clara y con metas definidas. Ya sé que es mucho pedir. Pero si no, nos quedaremos sin el ingenio necesario para aumetnar la productividad y, por tanto, la competitividad.