viernes, 1 de marzo de 2013

El mundo empieza y acaba los jueves

Hablemos de racionalidad y de irracionalidad. En un mundo inundado por las noticias y la inmediatez y la necesidad de organizarse para ser lo más eficientes posible, no deja de llamar la atención lo de los jueves ¿A qué me refiero? Pues a la concentración de convocatorias, reuniones, foros, jornadas y demás que se acumulan durante esa jornada. He tratado de buscarle una explicación. Que si los lunes es el primer día de la semana y la gente puede olvidarse de la convocatoria; que si el martes aún estamos despertando y planificando la semana; que si los partidos de la Champions; que si los viernes hay consejo de ministros y en muchas empresas los ejecutivos y empleados se visten casual y no trabajan por la tarde; que si esto; que si lo otro. Pero no encuentro una explicación 100% racional ni a un número de personas que me den una misma solución y que sean un número lo suficientemente importante como para convertirse en una muestra significativa. La verdad es que en todo esto hay algo de mimetismo ¿Por qué voy a ser yo el que organice un evento un día que el resto rechazan? ¿Solución? Lo organizo en jueves. Sucede en otros ámbitos de la vida. Y no de digamos con las modas de gestión y dirección de empresas. Si la semana tiene cinco días hábiles ¿por qué esa insistencia en concentrarlo todo en uno solo? Una muestra más de la existencia de una cierta incapacidad para ser racionales en la organización del trabajo. Lo cierto es que quienes nadan a contracorriente y tratan de ofrecer algo distinto destacan. Tal vez no siempre tiene garantizado el triunfo --nadie lo tiene--, pero al menos se arriesgan. Lo siento, si no lo digo reviento.