miércoles, 27 de febrero de 2013

Aministía y despropósito fiscal

Como aún mantengo un ligero poso de confianza en la condición humana voy a pensar que la amnistía fiscal que diseñó el Gobierno del PP no tenía nombre y apellidos o, para ser claros, que carecía de destinatarios concretos. Al margen de la injusticia y de los efectos desincentivadores y desmotivadores de una medida de gracia de este tipo, que he reiterado hasta la saciedad, lo único que nos faltaba era saber que se beneficiaron de ella personajes como Luis Bárcenas, un poco reconocido rey Midas de las finanzas, capaz de multiplicar por miles de veces un capitalito inicial gracias a su supuesta destreza en la bolsa y los negocios. Tanto le ha creído el juez, que ha decidido retenerle el pasaporte. Pero volvamos a los nuestro. De ser finalmente la amnistía fiscal una medida con destinatarios concretos, solo podría haber sido fruto de la más perversa de las mentes. Hay motivos para pensar que no estamos dirigidos por tales maquiavelos. Y es que la perversidad solo se halla en mentes extremadamente privilegiadas. Y no tengo claro que este sea el caso. Pero eso tampoco es como para estar tranquilos porque significaría que todo ha sido fruto del despropósito y la improvisación que tampoco habrían tenido muy buenas consecuencias en la consolidación de la confianza de los ciudadanos en sus instituciones. En resumen, mal una cosa y peor, la otra; y viceversa.