martes, 1 de enero de 2013

2013, año ¿nuevo?

No sé si el 2013 será de verdad un año NUEVO. Así lo espero. Pero para considerarlo así el paro debería bajar y empezarse a crear empleo de verdad. Para ello, el modelo económico tendría que basarse en primar el conocimiento, la creatividad y la innovación y eso requiere una apuesta decidida de unos políticos que, hoy por hoy, están más ocupados en la táctica de los recortes para salir del paso que en la estrategia del crecimiento futuro. No es, de hecho, muy distinto de lo que sucede en las empresas. Solo algunas además piensan a largo plazo. Llevamos años oyendo que hay que hacerlo, que el I+D es la solución a todos nuestros males, pero solo escuchándolo, apenas lo vemos, apenas detectamos una mínima insinuación por parte de los poderes públicos de que se quiere ir por el camino del crecimiento sostenible, no del parche constante. A su vez, los responsables del gigantesco desaguisado que nos ha llevado a todos a pagar una factura de miles de millones a una banca a la que luego no le tiembla la mano al embargar a quien deja de pagarle un céntimo de la hipoteca deberían pagar sus culpas. Pero, de verdad. Su delito, creo, es lo suficientemente grave como para que la purga sea relevante. Y es que los recursos públicos han de utilizarse para que el Estado sea realmente del bienestar y no del malestar. En el fondo, hay un deseo que, sobre el papel, es sencillo, pero que en la realidad los políticos ponen díficil: saber qué es lo que hacen con nuestros impuestos, con cada uno de los euros que pagamos a través del IRPF, el IVA, los impuestos especiales...  Y hay más: que la patronal CEOE pase a ser dirigida por verdaderos empresarios, aquellos que se juegan de verdad su dinero por un proyecto y que a la vez crean empleo; no por relevantes exponentes del capitalismo de amiguetes o liberales de lo suyo, que solo velan por sus propios intereses. La normativa hipotecaria debería proteger también a los débiles, no solo a los poderosos. Y me quedan cosas, muchas cosas, en el tintero. En cualquier caso, sé que poco o nada de esto será posible por falta de voluntad de quienes deben convertirlo en realidad, pero puedo decir que me he quedado muy a gusto. Que no sea solo un catálogo de deseos sino de futuras realidades. Feliz año ¿NUEVO?