jueves, 25 de marzo de 2010

Los paraísos un año después

Aún recuerdo los compromisos de lucha contra los paraísos fiscales que se establecieron hace apenas un año en la cumbre de Londres del G-20. Listas negras, listas grises... Actualmente ningún país está en la lista negra de la OCDE y muchos han pasado a estar en una nueva lista blanca de aquellos territorios que han manifestado su propósito de enmienda, pero ¿han desaparecido realmente los paraísos fiscales? Nada más alejado de la realidad. Siguen existiendo y los propietarios (personas físicas y/o jurídicas) de los 11 o 12 billones de dólares que las estimaciones más conservadoras estiman que circulan por esas jurisdicciones sin ningún tipo de control pueden respirar tranquilos. La presión reparadora y defensora de cambios y reformas que surgió a raíz de la crisis tiende a reducirse a la misma velocidad con la que parece que se aleja un empeoramiento económico global. Ya lo advirtió el exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdesus: En cuanto mejoran las cosas volvemos al business as usual ¿Fueron las proclamas del G-20 solo cortinas de humo y fuegos de aritificio? Como ha demostrado la reciente retirada del proyecto de controlar los fondos altamente especulativos para satisfacer los deseos e intereses del Reino Unido, me temo que sí. Poderosos intereses individuales pueden mucho más que los desorganizados y difusos intereses colectivos.

martes, 16 de marzo de 2010

Capitalismo de opereta

Nadie es perfecto, ni seguramente tiene por qué serlo. Ni siquiera los empresarios, por supuesto. Tienen todo el derecho del mundo a equivocarse, a cometer errores e incluso a quebrar. Pero lo del presidente de la patronal CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, tiene miga. Y no hablo solo de la intervención y liquidación de su aseguradora Mercurio o del cierre de Air Comet, que también; si no de su forma de pensar, de lo que representa. Es un hombre que en el momento álgido de la crisis llegó a pedir que se abriera un paréntesis en el libre mercado -seguramente pensaba en un periodo de ayudas con el dinero de todos para remontar y luego volver a ganar dinero y, claro, posteriormente no repartirlo-. Este es el líder de los empresarios. Me consta que la mayoría de quienes se consideran como tales no están muy cómodos con este representante, con ese expotente del capitalismo de opereta. Así no hay quien construya un nuevo modelo productivo como el que este país reclama a voz en grito ¿Por qué no chillan de una vez los empresarios de verdad, aquellos que se juegan realmente su dinero, los emprendedores, aquellos que generan empleo y que apuestan, no con el dinero de todos, si no con su propia inventiva, capacidad de esfuerzo e iniciativa? Probablemente es porque se dedican a trabajar, a sus labores. Pero ya va siendo hora de que estos se involucren, se comprometan y rompan, en la medida de lo posible, la que un día el expresidente del Gobierno, Felipe González -ya se sabe que los políticos solo dicen lo que piensan cuando están jubilados- denominó la "torta corporativa" nacida de la connivencia entre los representantes políticos, sindicales y empresariales. A esta responsabilizó de la esclerosis global que, a su juicio, padece no solo España sino toda Europa. Y algo de eso debe haber ¿Nadie es capaz de alzar la voz, y no para cantar una opereta, si no una buena aria de ópera? Cantantes tenemos, pero ¡son tan discretos!

miércoles, 10 de marzo de 2010

Mercado marcado

Y uno se pregunta ¿existe realmente el libre mercado? Es esta situación que algunos liberales a ultranza defienden como origen y final de todos los bienes la que vivimos realmente ¿Es libre mercado que una eléctrica deje sin luz a cientos de miles de ciudadanos y no dé ni información ni explicaciones? ¿Es libre mercado que tengamos que pagar entre todos los desmanes y abusos de unos pocos directivos, que ni siquiera empresarios o emprendedores? ¿Es todo esto? Pues si es así es evidente que hacen falta reglas, por mucho que digan quienes tanto lo defienden. Para mí es libre mercado que si alguien no cumple con su servicio lo pague caro y que le supla otro que lo mejore. Para mí es libre mercado que paguen quienes cometen abusos no quienes los sufren. Lo demás no es más que un juego de tramposos, un juego con las cartas marcadas y, en nuestro caso, un mercado marcado.

miércoles, 3 de marzo de 2010

No siempre ha de ganar la banca

Siempre que sucede algo hay que hallar responsables. La crisis actual, como cualquier otro problema, y m´s si es de esta envergadura, tiene los suyos. Ni que decir tiene que la banca debe cargar con una buena parte de la culpa. Junto con los constructores y promotores inmobiliarios se embolsaron gigantescos beneficios durante la etapa de expansión. Es evidente que ahora no pueden irse de rositas. Aunque no es comparable al papel desempeñado por entidades de EEUU y otros países, que jugaron aún más que los bancos de aquí con el dinero de los clientes y que han recibido más dinero de los contribuyentes para salvarse, nuestro sistema financiero también debe purgar sus pecados. Lo dicen catedráticos como Guillem López Casasnovas que, por cierto, también es consejero del Banco de España, y otros muchos. La factura de la crisis debe repartirse en función del grado de responsabilidad de cada uno en la misma. Son precisas, por tanto, más que las ayudas para salir a flote, las reestructuraciones y eso signfica que deben haber esencialmente dos perdedores: los ejecutivos que han provocado la situación y los accionistas de las entidades bancarias. "Esa es la naturaleza de la cultura de asumir riesgos que conlleva el capitalismo y, a su vez, la única justificación de los rendimientos por encima de lo normal de los que disfrutaron durante la etapa de boom es el riesgo de incurrir en pérdidas--", recuerda el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz en su último libro Freefall. No se puede tolerar por más tiempo que, con el defendible pretexto de salvar al sistema financiero y, por extensión, de salvarnos a todos, , los banqueros, los ejecutivos y los principales accionistas de las entidades, tan liberales ellos cuando la coyuntura va como un cohete; sigan socializando las pérdidas, pero quedándose con las ganancias. En caso contrario, cualquier queja o protesta por parte de los más débiles, contará con cientos, si no miles de millones de motivos para ser aplaudida.