lunes, 10 de diciembre de 2012

No hay alternativas ¿seguro?

Ya suena a disco rallado. No hay alternativa a la austeridad. O, mejor dicho: no hay alternativa a los recortes. Repetitiva melodía. No hay más salida. Solo hay un camino. Es una frase que hemos oído en otras ocasiones, hasta la saciedad. En especial cuando quien la pronuncia defiende unos postulados de política económica o de otra índole frente a otros que considera dañinos ¿Solución? No hay alternativa. Me temo que responde más a la incapacidad o a objetivos muy concretos, como por ejemplo privatizar determinadas actividades públicas en beneficio de determinados sectores; que a la realidad inmutable. Es evidente que el rigor es necesario ¿Quién puede negarlo? El problema es que la Unión Europea (UE) con sus recetas de austeridad fanática se toma el equilibrio de las cuentas públicas y el desendeudamiento como una carrera de velocidad, como si se tratara de competir con Usain Bolt. Y lo cierto es que, como he leído que afirma el profesor Antón Costas, estamos ante una maratón, una carrera de fondo, que requiere controlar las fuerzas, combinar velocidad y resistencia. En economía, de hecho, se trataría de compatibilizar recortes de grasa --no de pilares del crecimiento futuro como el I+D, la educación, o del bienestar, como la sanidad-- con recetas para estimular el crecimiento. En cualquier caso, seguro que hay más de un camino. Como, por ejemplo, en vez de subir el IVA o de aprobar una amnistía fiscal, a lo mejor hubiera resultado más rentable invertir en mejores recursos y efectivos para combatir de verdad el fraude fiscal.