miércoles, 26 de noviembre de 2008

Y tras el ladrillo, la banca

El otro día comentábamos que tras las primeras inmobiliarias se produciría la caída de alguna constructora. Pues bien, detrás de éstas viene la banca. No toda, evidentemente, pero sí una parte de la pequeña y mediana que está altamente expuesta al sector del ladrillo. Los esfuerzos públicos por salvar a las constructoras son intensos. El objetivo es evitar que la quiebra de alguna constructora provoque un enorme agujero en el balance de alguna entidad financiera. Y no lo digo solo por Sacyr Vallehermoso, que trata desesperadamente de vender su participación en Repsol a la rusa Lukoil, sino por otras. Pero ese podría ser un buen ejemplo. Más de 40 bancos y cajas están expuestos al riesgo de la caída de Sacyr ya que cargan con una parte del préstamo que acredita a esta compañía como primera accionista de Repsol. Y digo bien, acredita porque, en realidad, esa participación está en manos de los bancos como garantía. Muchas de estas entidades esperan a toda costa subrogar este crédito a la rusa Lukoil o a quien sea con tal de no tenerlo que imputar en su cuenta de resultados como fallido. No sería de extrañar que, ante el revuelo político que ha provocado la posible entrada de la rusa en la petrolera española, se acabe llegando a alguna solución intermedia, como la conversión de parte de la deuda de la constructora en participaciones preferentes u otros sistemas para evitar que Sacyr caiga y que arrastre con ella a algunos otros. Tal vez será a instancias del Gobierno o quizás no, pero en todo caso sería una solución temporal a la espera de que mejore la cotización de Repsol y que se pueda encontrar un socio más vendible a la opinión pública y política. Ese mirlo blanco no solo echaría un cable a Sacyr sino que extraería de Repsol el lastre que supone contar con un primer accionista ahogado financieramente y solo interesado en percibir dividendos con los que pagar los intereses de su enorme deuda de más de 18.000 millones de euros. Pero, dada la actual coyuntura económica, ese reto parece no difícil sino casi imposible.