lunes, 7 de diciembre de 2009

El clima de Copenhague

No lo esperemos todo de Copenague. Es posible que no se alcancen grandes acuerdos o incluso, siendo extremadamente optimistas, es posible que los haya. En cualquier caso, es preciso que se discuta la cuestión del cambio climático a escala global y que se decidan actuaciones para desacelerar el deterioro del medio ambiente, por vagas que estas sean. Es imprescindible que exista un marco mundial. Ahora bien, eso es necesario, pero no suficiente, como lo demuestra el escaso efecto, en términos de reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero, el protocolo de Kyoto de 1992. Los gobiernos no hicieron en casa lo que se comprometieron a hacer fuera de ella. En todo caso, peor hubiera sido que no hubiera existido ese compromiso. Copenague es la ocasión para perfeccionar el marco global, asumiendo que la actuación concreta ha de ser a escala local, que cada estado debe ser lo suficientemente inteligente y a la vez valiente para implementar medidas adecuadas para su país y que paralelamente sean efectivas y eficientes. Lo primero, porque es imprescindible frenar el deterioro del medio ambiente y lo segundo, porque hay que hacer un buen uso del dinero público para que los contribuyentes perciban la importancia de que una parte de sus fondos vayan a estimular modos de hacer más sostenibles y que, por tanto, lo apoyen e incluso lo reclamen. Los gobiernos deben pasar de las declaraciones de intenciones o los estímulos que se acaban convirtiendo en ayudas para la especulación --véase el caso de la energía solar en España-- a los incentivos bien dirigidos. Y no solo en materia de producción de energía verde si no --y en ésto sí que se ha hecho poco-- en el terreno del ahorro y la eficiencia. Si se produce con menos polución y además se precisan menos cantidad de kilovatios para hacer lo mismo o más, se habrá empezado a ganar la batalla. Pero, seamos conscientes, queda mucho camino por recorrer. En todo caso, este se hará mucho más corto si el consenso sobre la necesidad de actuar es verdaderamente global. Si es así, el 1% de coste a escala de la economía mundial que se necesitaría hoy para paliar los efectos del cambio climático serían suficientes ¿Acaso no han corrido todos los gobiernos para salvar a la banca con recursos equivalentes al 5% del producto interior bruto mundial (PIB)? Pues simplemente se trata de que se conciencien en la misma medida que lo están sobre la importancia del sector financiero. Aunque solo se logre eso se podrá decir que con Copenhague ha cambiado el clima. Y para bien, claro.