domingo, 30 de enero de 2011

Capitalismo y autorregeneración

Si hay algo en este mundo que tenga capacidad de reinventarse, de autorregenerarse es el capitalismo. No hace tanto, al poco de estallar la última crisis, los dirigentes políticos mundiales proclamaron que ya nada sería igual, que todo cambiaría, que había que realizar profundas modificaciones en el sistema económico en el que vivíamos. Pues bien, poco ha cambiado y lo poco que se ha modificado lo ha hecho para que todo siga igual, con elevadas tasas de desempleo y muchas otras asignaturas pendientes, como indican las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Se han destinado ingentes cantidades de dinero de los ciudadanos a sanear bancos y entidades financieras para que estas puedan volver a hacer de las suyas. Quienes propiciaron la situación actual vuelven a dictar las normas e imponen
una especie de determinismo económico que apenas da margen a la gestión política: Que si el mercado manda y puede autorregularse, que si el Estado debe adelgazarse (no cuando ellos necesitan su ayuda), que si es bueno que los directivos de banca tengan elevadas primas porque, de los contrario, dejan de agudizar el ingenio y dejan de ser innovadores... ¿Hemos visto a alguno de los responsables del actual desaguisado pagar por sus excesos? No. Y además, ya se siembran la simientes para la próxima crisis (despegue de los precios de las materias primas, etc.). No aprendemos. Y es que el capitalismo sí que se creó, a diferencia de lo que sucedió con la energía, pero no se destruye; sino que se transforma, se adapta, se autorregenera.


lunes, 24 de enero de 2011

Las cajas de los bancos

Ciertamente, los gestores de muchas cajas han dirigido de forma desastrosa estas entidades. No se puede negar: ahí están los resultados que lo demuestran. Nadie les ha exigido responsabilidades y muchos de ellos se ha ido o irán a casa con sustanciosas indemnizaciones y pensiones. Ni siquiera el Banco de España, que ahora es tan beligerante con este tipo de entidades, extremaba la vigilancia cuando debería haberlo hecho ¿Por qué hay que cuestionarse ahora el modelo? ¿Porque ha habido malos gestores? ¿Tan malo, fatal y perverso es como para plantear una regulación que empuja a las cajas a su práctica desaparición? ¿Cubrirán los bancos las funciones de obra social y demás que, en principio, debían llevar a cabo estas entidades? ¿No hubiera bastado con imprimir legalmente una mayor transparencia en su gobernanza y facilitarles más las posibilidades de financiarse? En la admirada Alemania existen más de 500 cajas y nadie se cuestiona su existencia. Ni los mercados. Si alguien sale ganando de esta batalla en España son los bancos que, sin apenas despeinarse, lograrán acabar con una de sus pesadillas en el mercado español, cuando no hacerse con algunas de ellas a precio de saldo después de que todos los contribuyentes hayan limpiado los balances con el dinero de sus bolsillos. En algunos casos quizás no eran un competidor de mucha envergadura, pero, en conjunto, suponían más de la mitad del mercado financiero. Pues bien banca: Objetivo logrado. También es una meta lograda por parte de las cajas más grandes, cuyas cúpulas se sentían más como banqueros que como directivos de unas encorsetadas entidades que tenían que destinar por ley una parte de sus excedentes a realizar obras sociales y estar sujetas a supervisión de sus comunidades autónomas. Es verdad que, en algunos casos, ese control territorial fue objeto de una politización que no ha hecho más que hundir entidades (véase el caso de Caja Castilla-La Mancha, por ejemplo). Por cierto, también ha habido bancos que no han dado la talla aunque, por su mayor facilidad para financiarse, han podido adecuar su capital y, además, quién manda en realidad en ellos ¿los accionistas? ¿o más bien quienes tiene la mayoría del capital y utilizan al resto como meras comparsas? Y, pese a todo ello ¿se ha cuestionado alguien su existencia? ¿Cuál será el próximo enemigo de los mercados a batir, las cooperativas, las mutualidades de previsión social?

viernes, 21 de enero de 2011

Tiempo de poda

Lo esperado. Para que una planta crezca sana en primavera hay que cortar las ramas y hojas excedentes. Lo mismo sucede con las cuentas públicas. Lo explica hoy el nuevo conseller de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell en una entrevista en El Periódico. Por su currículum, de entrada, merece todos los créditos. Y debemos esperar que sepa las hojas que tiene que cortar. Supongo que no habrá que recordarle que la planta puede morirse si se corta aquello que es vital. Las Administraciones han engordado en los últimos años al ritmo que lo ha hecho la economía en su conjunto, e incluso mucho más. Pues bien, cuando llegan las vacas flacas, las estructuras tienen que adaptarse al nuevo entorno. Es lo que hacen las empresas y es lo que, especialmente, deberían hacer las Administraciones que viven gracias al dinero de todos los contribuyentes. Es cierto que una parte del exceso sirve para cubrir políticas sociales que, en estos momentos, son más necesarias que nunca; pero también es verdad que hay mucha grasa. Demasiada. Y ahí es en el punto en el que Mas-Colell debería acertar y en el que veremos si el nuevo Govern tiene o no sensibilidad social. Y más nos vale que acierte.

lunes, 17 de enero de 2011

Zapatero se con-centra

En tiempos de crisis todo vale. Incluso replantearse la estructura del Estado sin demasiada reflexión. Que las autonomías tienen que cumplir, recortar gastos y ser austeras es evidente. Que muchas no lo han hecho hasta ahora, también. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero lo advierte en el Financial Times.
Con anterioridad ya lo dijo también el líder de la oposición, Mariano Rajoy. Lo que no dicen ni el uno ni el otro es lo que hace el Estado central para ser eficiente, lo que ha hecho hasta ahora para ajustarse a medida que las autonomías han ganado competencias: ¿Se ha redimensionado para que no haya duplicidad de funciones? ¿Se ha debatido en algún momento lo que debe hacer cada nivel de Administración y lo que no? Tampoco explica por qué existen 17 comunidades en vez de solo las que tienen autosuficiencia y a qué viene ahora lo de apostar por la centralización. Seguro que este afán centralizador algo tiene que ver con la reaparición de su predecesor José María Aznar y sus pronósticos sobre el recorte de competencias a las autonomías en el supuesto de que el PP venza las elecciones. Seguro que algo se puede hacer en el terreno de la racionalidad y en el de la eficiencia. Y seguro que mucho. La estructura estatal actual no soporta un análisis meramente económico-financiero, pero --cuidado-- también el centro tiene mucho que hacer, no únicamente la periferia. Eso claro siempre que la apuesta política sea perfeccionar o mejorar un estado autonómico o federal o a la alemana (el año pasado creció el 3,6%), no acabar siendo un estado a la francesa que, por cierto, tampoco ha demostrado una extrema eficiencia.

lunes, 10 de enero de 2011

Una sanidad en busca de cura

Aunque por el título pueda parecer catastrofista no lo soy. No me refiero a un cura para facilitar la extremaunción a un paciente (el sistema sanitario) que está moribundo sino a la búsqueda de una cura como sinónimo de sanar o sanear algo o a alguien que está enfermo. Ignorar que la sanidad pública atraviesa momentos difíciles y que arrastra un déficit endémico sería incluso irresponsable ¿Es la solución el copago? ¿Lo arreglaría? En principio lo que habría que hacer es algo tan simple y a la vez tan complicado como ajustar los gastos a los recursos existentes. Se me ocurre que la solución no puede venir solo por el lado de los ingresos pues los usuarios ya pagan a través de los impuestos, aunque no sería descabellado cobrar por prestaciones hoteleras como la comida, por ejemplo y devolver parte de los cobrado por la vía de deducciones fiscales. Y ¿por los gastos? ¿Hay que recortar prestaciones? Creo que más bien lo que habría que hacer es gestionar con eficacia y eficiencia, eliminar burocracias, duplicidades, consorcios, trámites (el copago, más bien los incrementaría) ... Tan obvio, pero a la vez tan complicado que será difícil que puedan acometerlo en solitario los actuales consellers de Salut, Boi Ruiz, y de Economia, Andreu Mas-Colell. Hay que pactar, buscar acuerdos que impliquen a todas la partes, desde sindicatos hasta políticos y usuarios. De lo contrario solo habrá parches, soluciones a corto plazo y no a medio y largo que son las realmente necesarias. Menos aspirinas, tiritas y calmantes y más tratamientos en profundidad.

lunes, 3 de enero de 2011

La curva de la felicidad

Tranquilos cuarentones y casi cincuentones: La vida comienza a los 46. La ruta vital es como la que dibuja la tubería de un lavamanos. Al inicio va bajando hasta que llega un punto en el que remonta. Así lo constata The Economist. De esta forma, la denominada curva de la felicidad, en lugar de ser solo una protuberancia en la barriga, sería una especie de forma de U, en la que el punto más deprimente se alcanzaría antes de los 45/48 años, según diversos estudios, entre ellos los realizados por el profesor de Economía David Blanchflower, del Dartmouth College, en EEUU. A partir de ahí, volvería a predominar la felicidad. En resumen, a más años, más experiencia acumulada y menos presión por llegar a la meta, porque esta ya se ha alcanzado o porque todo se ve desde un punto de vista más relativo una vez superada una determinada edad. Una visión optimista y que da significado a los esfuerzos anunciados por algunos gobernantes de cara a incluir la felicidad en la medida del progreso económico. Crecer, en definitiva, no sería solo una cuestión de cifras, de macroeconomía. La felicidad es muy importante: alguien feliz está más motivado y es más productivo. Y eso conviene a una sociedad que quiere avanzar. De ahí la importancia que adquiere este estado de ánimo tan positivo y que los gobernantes como el primer ministro británico, David Cameron o el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quieran incluirlo en los sistemas de medida económica. Y aún es más importante cuando vemos que la primacía de las cifras puras y frías, sin contar con los sentimientos y que tras los números hay personas, nos ha conducido hasta la crisis que vivimos en la actualidad. En un contexto en el que la sociedad tiende a peinar cada vez más canas, todas estas son buenas noticias. Pero para extraer todo el potencial que contiene esta sociedad, antes habrá que contar no solo con los más jóvenes porque cobran menos si no con quienes tienen mayor experiencia. Y para ello las empresas tendrán que dejar de retirar por norma del mercado laboral a cualquiera que se encuentre a punto de superar la parte baja de su curva de la felicidad o que ya esté en plena fase ascendente en su trayecto vital.