lunes, 30 de abril de 2012

Recaudar para pagar

No nos queda más remedio que admitirlo. Tal como se plantea la cuestión y recuerdo en un post en mi diario, El Periódico de Catalunya, las Administraciones necesitan recaudar cada vez más. Pero no para hacer más carreteras o invertir en la modernización del país, sino para poder pagar las nóminas y algunas deudas. Las arcas públicas están extremadamente secas. El Gobierno lo tiene claro y busca a la desesperada recursos, consciente de que es imposible ejercer su papel solo con recortes de servicios e inversión. Pero tanto ha llegado a negar que subiría el IVA, una de las pocas herramientas con las que obtener un buen pellizco con rapidez, que aunque vaya a hacerlo lo anunció el viernes pasado sin mencionar la palabra. Parece que piensa que así no podrán acusarle de incumplir sus promesas. Después de esta última decisión de incrementar el año que viene los impuestos que gravan el consumo, ya hay quien busca en el programa con el que el PP ganó las elecciones pistas y mensajes cifrados o escritos con tinta invisible, en los que los populares escondieron sus verdaderas intenciones. La realidad ha resultado ser mucho más dura que lo que preveían o a lo mejor ya lo sabían pero preferían esperar a tener las riendas para tomar las decisiones realmente necesarias según su opinión. En cualquier caso, si se mantiene el compromiso de cumplir con el déficit a toda costa, sin una cierta relajación de los plazos y un plan plurianual más detallado, los mercados, nuestros acreedores, seguirán pidiendo más y más intereses para invertir en deuda pública española. Y, por contra, a los alemanes, a los que consideran un refugio, les exigirán cada vez menos. Y seguiremos los viernes, como dijo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con los parches y las medidas apresuradas con el objetivo de cobrar para poder pagar los gastos de funcionamiento, así como una parte de las deudas. Las Administraciones, en este contexto, son meras administradoras de plantillas y pagadoras de intereses. Y es que a alguien parece que se le ha olvidado que los gobiernos tienen estas estructuras para prestar servicios, invertir y, con perdón de los ultraliberales, para estimular la economía. Si no ¿para qué están?

martes, 17 de abril de 2012

¿Castizos o innovadores?

La pregunta viene a raíz de un debate celebrado en el Cercle d'Economia en Barcelona. El profesor Enrique Fuentes Quintana hablaba de crecimiento castizo y lo resumía así: "Engordar, devaluar y volver a empezar". Lo recordaba el director general de Industria, Joan Sureda, durante una intervención en la que expuso los ejes de la política industrial de la Generalitat. Y ese sistema de crecimiento que nos funcionaba y en el que se acumula mucha grasa y poca fibra ya no es posible. Todos lo sabemos. Hay que volcarse en la economía de la innovación, en ser emprendedores. Pero ¿lo somos? El presidente de Abertis, Salvador Alemany, lo resumía al recordar que los estudiantes aún aspiran mayoritariamente a ser asalariados de alguna gran compañía. Pero las circunstancias han cambiado. "Recibo muchos currículos. Antes les podía ofrecer algo. Ahora no. Deberían empezar a mandar proyectos. Si siguen con los currículos, lo único que aprenderán es a hacer buenos currículos", explicó. Y es que tendemos hacia una sociedad en la que tendrá que haber más iniciativa emprendedora, mucho más empuje y apoyo no solo de las administraciones sino de las empresas y entidades financieras que pueden dar un impulso a este cambio. Muchos no tendrán más remedio que crear su propio empleo si es que quieren ganarse la vida. Dejémonos de casticismos, de hablar y de parloteos y comencemos a caminar.

martes, 10 de abril de 2012

No era solo prima de Zapatero

La prima de riesgo --esa variable que expresa el diferencial que hay que pagar por la deuda española con respecto a la alemana-- no era solo patrimonio del anterior presidente José Luis Rodríguez Zapatero. El actual jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, también tiene la suya. Cuando en noviembre del año pasado, al final de la legislatura socialista, ese indicador superó el umbral de los 460 puntos básicos, había quien se frotaba las manos. "Con un cambio de Gobierno eso cambiará", se decían. Y, ciertamente, la tregua se produjo. Pero el proyecto de ley de los presupuestos generales del Estado para este año, primero; y el anuncio de recortes inconcretos en sanidad y educación, segundo han vuelto a despertar a la prima. Y es que los mercados son difíciles de convencer, como ya comprobó Zapatero. Pensemos que, en realidad, no son más que acreedores; y ante el panorama de recortes que se avecina dudan de que la economía española tenga la capacidad suficiente para crecer y, por tanto, para generar recursos con los que pagar sus deudas. ¿Por qué tendrían que comprarla por tanto? No basta con las señales, a veces difusas, otras confusas, por parte del un gobierno presidido por un Mariano Rajoy que parece ausente, sino que hay que concretar. Y tomar medidas creíbles y cuantificables y que, a la vez contribuyan a estimular la economía. Que si una amnistía fiscal con la que prevén recaudar 2.500 millones --¿Cómo?--, que si recortes en sanidad o educación, que son competencia de las autonomías... El acreedor exige garantías, pagarés, no solo promesas y sonrisas como las que se le ofrecen.