viernes, 18 de enero de 2013

Tenemos un problema


Pues resulta que tenemos un problema. En un país con seis millones de parados (o casi), familias desahuciadas y tasas de pobreza con tendencia al alza la corrupción se despliega con todo su esplendor. La guinda del pastel del desastre y la crisis. Y lo que es peor, la sensación de que la impunidad es tan absoluta para unos pocos como imposible para el resto. Tenemos un problema. Y grave. Quienes pagamos nuestros impuestos, padecemos a unos políticos y dirigentes inmersos en sus mundos virtuales y trabajamos cada vez más por menos porque nos dicen que vivimos por encima de nuestras posibilidades exigimos respuestas de una vez por todas. No basta con el "yo no he sido" o con el "quienes lo hicieron ya no son miembros del partido u organización". Y no digamos con el "no me consta" que ahora parece haberse puesto de moda ¿Cómo puede despegar una economía en la que la credibilidad y la seguridad jurídica ni están ni se les espera o están de vacaciones? ¿Cómo va a fiarse nadie del vecino? Ni amnistías ni indultos ni regularizaciones. Derecho, justicia, transparencia, controles y honestidad si queremos salir de este bache económico y moral en el que nos encontramos por tener unas clases dirigentes muy por encima de sus posibilidades.