sábado, 28 de diciembre de 2013

Cobrar menos, pagar más

Es lógico que nadie lo entienda. Llevamos meses, incluso años, escuchando el discurso de que los salarios suben demasiado, de que hay que ligarlos a la productividad, no a la inflación. No digo que no. Pero ¿por qué no sucede lo mismo con los precios de servicios básicos en algunos de los cuales la Administración tiene un papel relevante, si no exclusivo? El Gobierno, tras invalidar la última subasta trimestral para fijar el coste de la energía que luego se repercute en la tarifa regulada, ha decretado que el aumento será del 2,3% durante el primer trimestre del 2014. No está el horno para más protestas y presión social pensaron seguramente nuestros gestores públicos porque si resulta que el sistema es malo, ya lo era de antemano, digo yo. Así lo denunció en reiteradas ocasiones la extinta Comisión Nacional de Energía (CNE). Teniendo en cuenta que de mantenerse la fórmula existente la luz hubiera subido más del 11%, el incremento decidido por el Ejecutivo podría parecer incluso pequeño si no fuera porque multiplica por más de 11 veces la tasa de inflación anual en noviembre y que, como mínimo, cuadruplicará la de todo el 2013 y duplicará la del 2014. Y no sucede solo con esto sino con el transporte público, el gas, el agua... ¿Tiene esto lógica en un país en el que los salarios, en el mejor de los casos, se congelan? Les reto a que me den un ejemplo de incremento salarial que no sea de un directivo que recorta sueldos de sus subordinados, claro está. Y es que siempre se mira la retribución del trabajador como un coste. Y lo es, para la empresa. Pero también lo son los servicios que tiene que pagar el asalariado con esa retribución menguante que, para los prestadores de los mismos, son ingresos, como el salario para el trabajador, vaya. Y, en ese caso, que suban más que la inflación, por lo visto no daña a la economía. Pero lo que vemos o, mejor dicho, sufrimos, es que por más baja que sea la inflación, la brecha entre lo que nos cuestan la luz, el gas, el agua, el transporte y demás con respecto a lo que ganamos crece y que cada vez debemos dedicar mayor porción de nuestra renta a esos gastos básicos. Por no mencionar la hipoteca. Y, por tanto, dispondremos de menos a consumir, generar negocio y que las empresas contrate, que es lo que necesita el conjunto de la economía ¿Se darán cuanta algún día los políticos o tendremos que caer en una profunda depresión, y no solo psicológica, para que rectifiquen? Para poder pagar hay que cobrar. Si no se desploma todo el tinglado.