viernes, 18 de enero de 2013

Tenemos un problema


Pues resulta que tenemos un problema. En un país con seis millones de parados (o casi), familias desahuciadas y tasas de pobreza con tendencia al alza la corrupción se despliega con todo su esplendor. La guinda del pastel del desastre y la crisis. Y lo que es peor, la sensación de que la impunidad es tan absoluta para unos pocos como imposible para el resto. Tenemos un problema. Y grave. Quienes pagamos nuestros impuestos, padecemos a unos políticos y dirigentes inmersos en sus mundos virtuales y trabajamos cada vez más por menos porque nos dicen que vivimos por encima de nuestras posibilidades exigimos respuestas de una vez por todas. No basta con el "yo no he sido" o con el "quienes lo hicieron ya no son miembros del partido u organización". Y no digamos con el "no me consta" que ahora parece haberse puesto de moda ¿Cómo puede despegar una economía en la que la credibilidad y la seguridad jurídica ni están ni se les espera o están de vacaciones? ¿Cómo va a fiarse nadie del vecino? Ni amnistías ni indultos ni regularizaciones. Derecho, justicia, transparencia, controles y honestidad si queremos salir de este bache económico y moral en el que nos encontramos por tener unas clases dirigentes muy por encima de sus posibilidades.

miércoles, 16 de enero de 2013

Datos, percepciones y realidades

Pues mira por donde el mismo día en el que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, despliega ciertas dosis de optimismo en una entrevista en el Financial Times, los datos parecen apuntar hacia un récord, el de parados. Con una tasa de desempleo del 26%, se podrían haber superado ya los seis millones de personas desocupadas o estar muy cerca de ese umbral e incluso por encima. No es motivo de jolgorio y lo admite el propio Rajoy al destacar que el paro es el principal problema de la economía española. Con la caída de la prima de riesgo de la deuda española el viernes pasado, algunos ya prácticamente certificaban el final de la crisis. Es cierto que entre los últimos datos negativos y los primeros positivos de una economía suelen discurrir varios meses. Y son aquellos periodos en los que los ricos aún se enriquecen más al adquirir activos en su punto más bajo. Y que en materia de percepciones y valoraciones no hay fórmulas mágicas. Y que los finales de las crisis llegan despacito, pero con muchos dato previos que avalan el optimismo. Pero parece un poco precipitado echar las campanas al vuelo. Hay muchas debilidades, muchas cuestiones que penden de un hilo y que dependen más de fuera que de nosotros mismos (el resultado de las elecciones italianas, por ejemplo) y los políticos parecen más interesados en la actualidad en crear problemas para tapar realidades que en trabajar para solventarlos. Los mercados suelen sobrerreaccionar, para lo bueno y para lo malo y, en especial en situaciones tan frágiles como la actual. No hay que ser pesimista, sino cauto. Nada es más frustrante que torpedear las expectativas.

jueves, 3 de enero de 2013

Groucho Marx en la Generalitat

Que me pellizquen que no me lo creo. La propia Generalitat, a través del Òrgan Administratiu de Recursos Contractuals de Catalunya (OARCC), dependiente de Presidència, ha dinamitado el contrato que firmaron la Conselleria de Territori i Sostenibilitat con Acciona para la gestión de Aigües Ter Llobregat (ATLL) por 50 años. En ese acto, hace apenas una semana y mientras el nuevo titular del departamento, Santi Vila, tomaba posesión,  la Administración catalana se embolsó casi 300 millones en efectivo y borró de un plumazo casi 1.000 millones de déficit del 2012. Ahora, la propia Generalitat, a través de una entidad que depende de la Presidència, afea la decisión de uno de sus departamentos, admite parte de las reclamaciones de Aigües de Barcelona (Agbar), perdedora del concurso, e invalida la concesión al consorcio liderado por Acciona ¿Se hizo mal la licitación? ¿Es una venganza del núcleo soberanista del Govern contra la decisión del anterior conseller Lluís Recoder, al que ahora pueden culpar del desaguisado? De hecho, personas cercanas al Ejecutivo catalán destacan que el president Artur Mas dejó más solo que acompañado a Recoder en la lucha por mantener el resultado del concurso ¿Tendría razones? Las tuviera o no, la situación ahora es la siguiente: Si Agbar tiene razón, mal. Si la tiene Acciona, también. Cualquier escenario es ya castatrófico. Y no digamos las consecuencias, pese a que el tema a lo mejor puede solventarse con un cambio de titular de la concesión --que pase a manos de Agbar y sus socios--, si no es que la cuestión se enmaraña aún más en los tribunales. En todo caso, la imagen de la Generalitat como organismo público privatizador salta por los aires, tanto si hubo errores en el concurso como si se trata de vendetas políticas. ¿Hubiera sido capaz Groucho Marx de diseñar una situación tan surrealista?

martes, 1 de enero de 2013

2013, año ¿nuevo?

No sé si el 2013 será de verdad un año NUEVO. Así lo espero. Pero para considerarlo así el paro debería bajar y empezarse a crear empleo de verdad. Para ello, el modelo económico tendría que basarse en primar el conocimiento, la creatividad y la innovación y eso requiere una apuesta decidida de unos políticos que, hoy por hoy, están más ocupados en la táctica de los recortes para salir del paso que en la estrategia del crecimiento futuro. No es, de hecho, muy distinto de lo que sucede en las empresas. Solo algunas además piensan a largo plazo. Llevamos años oyendo que hay que hacerlo, que el I+D es la solución a todos nuestros males, pero solo escuchándolo, apenas lo vemos, apenas detectamos una mínima insinuación por parte de los poderes públicos de que se quiere ir por el camino del crecimiento sostenible, no del parche constante. A su vez, los responsables del gigantesco desaguisado que nos ha llevado a todos a pagar una factura de miles de millones a una banca a la que luego no le tiembla la mano al embargar a quien deja de pagarle un céntimo de la hipoteca deberían pagar sus culpas. Pero, de verdad. Su delito, creo, es lo suficientemente grave como para que la purga sea relevante. Y es que los recursos públicos han de utilizarse para que el Estado sea realmente del bienestar y no del malestar. En el fondo, hay un deseo que, sobre el papel, es sencillo, pero que en la realidad los políticos ponen díficil: saber qué es lo que hacen con nuestros impuestos, con cada uno de los euros que pagamos a través del IRPF, el IVA, los impuestos especiales...  Y hay más: que la patronal CEOE pase a ser dirigida por verdaderos empresarios, aquellos que se juegan de verdad su dinero por un proyecto y que a la vez crean empleo; no por relevantes exponentes del capitalismo de amiguetes o liberales de lo suyo, que solo velan por sus propios intereses. La normativa hipotecaria debería proteger también a los débiles, no solo a los poderosos. Y me quedan cosas, muchas cosas, en el tintero. En cualquier caso, sé que poco o nada de esto será posible por falta de voluntad de quienes deben convertirlo en realidad, pero puedo decir que me he quedado muy a gusto. Que no sea solo un catálogo de deseos sino de futuras realidades. Feliz año ¿NUEVO?