martes, 19 de febrero de 2008

Sony impone su formato


A la tercera va la vencida. Sony ha logrado imponer su formato, el Blu Ray, frente al HD. El DVD ya tiene heredero. La multincional japonesa ha superado y se ha resarcido del patinazo del sistema de vídeo Beta y de mini-disc. Aunque excelentes técnicamente, ambos formatos perdieron la batalla. El primero, por ir la compañía en solitaro e ignorar ventajas como una duración más prolongada de las cintas de VHS, en las que cabía una película entera. El segundo, por llegar demasiado tarde al mercado, cuando ya se habían generalizado los CD y DVD grabables y regrabables y el MP3 era ya un estándar. Sony, esta vez, parece que ha llegado a tiempo y que ha sabido forjar una buena red de alianzas para imponer su sistema. Por eso Toshiba, el abanderado del formato alternativo, ha tenido que claudicar, como en su día tuvo que hacer Sony con el Beta y el Mini-disc. Otra vez será. Teniendo en cuenta la duración de la vida que tienen los avances tecnológicos en la actualidad, ya tendrá otras oportunidades de resarcirse.

Fraude fiscal y ejemplaridad


Las autoridades alemanas se han volcado en la búsqueda de indicios y pruebas contra un monumental fraude fiscal protagonizado por personas ricas y que consistía en llevarse dinero al vecino Liechtenstein para evitar el pago de impuestos. La medida, que persigue ser ejemplarizante, surge después de que el consejero delegado de Deutsche Telekom, Klaus Zumwinkel, se viera forzado a dimitir al descubrirse que había evadido impuestos. ¿Cuál es la novedad? ¿Que los ricos pagan menos de lo que debieran? ¿Que se les descubre? ¿Que se actúa contra ello? Creo que más bien es la última de la preguntas. No es habitual que se actúe con tanta contundencia contra las personas más poderosas. Bienvenido sea, siempre que no se trate solo de una medida de cara a la galería. Además --que quede claro-- no siempre ser rico es sinónimo de defraudador. Lo que sí es cierto es que las personas con más recursos cuentan con mayores posiblidades --incluso dentro de la legalidad-- de pagar menos. El problema surge cuando no les basta y recurren a los métodos oscuros, como parece que es el caso. Seguramente si Klaus Zumwinkel hubiera temido o intuido la posibilidad de acabar como ha acabado se habría abstenido de cometer un delito. Acabar con la sensación de impunidad con la que cuentan algunos es esencial para que un estado pueda considerarse justo. De lo contrario ¿para qué sirven las leyes y las normas? Todo el mundo debe someterse a ellas y nadie debe estar por encima de las mismas. No hay billetera repleta que pueda solucionarlo. O, al menos, no debería haberla.