martes, 12 de junio de 2012

Rescates y juegos de palabras

Le llamemos como le llamemos, la banca española recibirá un flotador para no ahogarse ¿Es eso un rescate? A mí me lo parece. En el diccionario de la Real Academia Española el rescate es la "acción y efecto de rescatar". Vayamos al verbo: "Liberar de un peligro, daño, trabajo, molestia, opresión". Se parece bastante a la situación sobre la que estamos hablando. El Gobierno insiste en bautizar esta operación como ayuda o línea de crédito.No dudo de que lo sea, y que incluso es posible que sea la menos mala de todas las opciones posibles. Pero dejemos ya de discutir sobre las palabras y de blandir banderas, patriotismos y soberanías. Lo que importa es si esta medida servirá para superar la crisis. Ya decían ayer un grupo de expertos que es una condición necesaria pero no suficiente y, además recordaban que quien deberá responder por el pago de los intereses y ante posibles impagos es el Estado, es decir, todos y cada uno de nosotros. Por lo tanto tratar de pintar esta situación como "una victoria" e incluso insinuar que les hemos hecho un favor al resto de europeos me parece bastante osado, cuando adeemás aún hay que negociar las condiciones del crédito. Me viene a la cabeza la imagen que hace pocos días explicaba el exministro de Exteriores alemán Joschka Fisher durante la XXVIII Reunió Cercle d'Economia en Sitges. "Aún recuerdo", dijo, " a un José María Aznar fumando un puro y echando el humo a la cara del entonces canciller Gerhard Schröder mientras le explicaba cómo tenía que equilibrar las cuentas públicas". Quizás ese sea nuestro gran problema, que encima nos creemos nuestras propias mentiras. Pero lo cierto es que con el volumen de endeudamiento del país (cuatro billones entre sector público y privado) y un producto interior bruto (PIB) cuatro veces menor, de soberanía poca. Quienes mandan son quienes pagan las facturas, por mucho que les repatee el estómago a algunos.