miércoles, 23 de mayo de 2012

Privilegios y responsabilidades

Llámenme vengativo, pero creo que quien la hace debe pagarla. En proporción a su fechoría, si la ha cometido, claro. Es un principio esencial en tiempos de crisis como los actuales, en los que la mayoría de mortales tenemos la sensación de tener que pagar las facturas de una fiesta de la que otros ( muchos menos y con más privilegios) han disfrutado. La caída de Rodrigo Rato como presidente de Bankia --bien remunerada, por cierto-- se ha convertido en un ejemplo de lo que digo. Pero el que fuera vicepresidente económico del Gobierno de José María Aznar no es el único culpable de esta orgía de desmanes que han rodeado la constitución de la que hoy es la cuarta entidad financiera española. Hay otros. Y no solo en el ámbito financiero. Y no caeré en la trampa política de echar la culpa a los supervisores, más que a los gestores. Lo que tengo claro es que si todo queda en agua de borrajas --un principio muy español-- y en la sensación de que estar en la élite es garantía de privilegio sin asumir responsabilidades, la desconexión entre la ciudadanía y los que tienen y disponen del poder será cada vez mayor. Y, sin duda, crecerán los movimientos de protesta como el 15-M y el cabreo generalizado y global que, como mínimo sale gratis. Y es que, en definitiva, cada uno debe cargar con la responsabilidad de los hechos que protagoniza, sea directivo millonario o ciudadano mileurista. Por cierto, estos segundos ya lo hacen. Ya va siendo hora de que también lo hagan los primeros. Es un principio de justicia y equidad básico, sin el cual difícilmente se podrá hablar de democracia auténtica y de economía donde prima la igualdad de oportunidades.