
miércoles, 29 de octubre de 2008
Próxima estación: las tarjetas de crédito

sábado, 25 de octubre de 2008
¿Tiempo para el oro?

martes, 21 de octubre de 2008
Mientras baje el euríbor....

lunes, 20 de octubre de 2008
ING y la caja fuerte

Los gobiernos en los países democráticos y con un mínimo estado del binestar están para proteger a los ciudadanos en los tiempos difíciles. La inyección holandesa de 10.000 millones de euros en ING es una medida de este tipo. Azotado por las caídas bursátiles, el banco holandés no ha tenido más remedio que recibir apoyo público. Es una decisión que, por extensión, persigue dar tranquilidad a los 85 millones de clientes que tiene en todo el mundo --más de 1,7 millones en España--. Hace tiempo que muchas personas se preguntan si el dinero no estaría más seguro en su casa que en un banco. Lo cierto es que no hay garantías al 100% de que no vaya a suceder nada a una entidad financiera, sea la que sea, pero mientras los gobiernos europeos muestren determinación por salvar bancos --especialmente si estos se lo merecen, como parece ser el caso-- no hay que temer. Desgraciadamente, las retiradas masivas de depósitos son las que destruyen a las entidadades e incluso al sistema. Y si se opta por sacar los ahorros del banco ¿qué hace uno con el dinero? ¿A qué entidad puede dirigirse? Son preguntas que muchos se hacen. La confianza es esencial. Esa es la columna vertebral de todo el sistema financiero. Solo hay un elemento a tener en cuenta: el dinero hay que depositarlo en bancos que nos inspiren confianza, esa variable tan depreciada últimamente. Ya sé que es difícil tenerla cuando ni las propias entidades se fían las unas de las otras, pero es imprescindible. Por una vez, pensemos que el Estado --que somos, en el fondo, todos nosotros-- velará por nuestros intereses y que no dejará que quiebren entidades con millones de clientes. Si no somos capaces de creerlo, si ni si quiera nos creemos que el Estado esté dispuesto a salvar a sus ciudadanos, corramos raudos a comprar una caja fuerte, pero eso --tengámoslo en cuenta-- tampoco garantizará la seguridad del dinero en nuestras casas, ya que siempre puede entrar un ladrón y vaciarnos la caja. Y ese dinero guardado en el hogar, a diferencia del que está depositado en un banco, no hay seguro que lo cubra, también tengámoslo en cuenta.
jueves, 16 de octubre de 2008
Don Emilio tiene razón

miércoles, 15 de octubre de 2008
Hacia un nuevo capitalismo

No obstante, lo que es obvio es que no se puede seguir como hasta ahora. La laxitud de las reglas, fomentado por los republicanos en EEUU y sus asesores de la Escuela de Chicago, permitió que surgiera un sistema financiero en la sombra formado por derivados e instrumentos financieros que carecen de todo tipo de control y que, solo cuando la economía real comenzó a dar síntomas de agotamiento, dieron ciertos indicios de su magnitud. Herramientas creadas para cubrir y transferir riesgos de forma eficiente se convirtieron en un elemento más de mercadeo y compra-venta. Al final, nadie sabe a ciencia cierta lo que hay bajo esos derivados porque su transacción permanente hizo que su rastro fuera difícil de seguir. No hay nada peor para restablecer la confianza que desconocer lo que uno posee y, claro está, lo que los otros poseen. Y es lo que les sucede a las entidades financieras. Ellas mismas se volcaron en estos instrumentos que eliminaban los riesgos de sus balances y que les proprocionaban ingresos gracias a la transformación de todo ello en activos negociables.
Hoy ese mercado en la sombra es el que dificulta la mejoría. La bola se hizo tran enorme e incontrolable que se hace imposible de abarcar. Hay quien asegura que solo el valor de los credit default swaps (CDS) --instrumentos que cargaban con el coste de posibles impagos de deuda a cambio de una flujo de ingresos , como una prima de seguro-- supera al del conjunto del producto interior bruto (PIB) mundial. Eran contratos entre dos partes que en muchas ocasiones cubrían riesgos de activos formados por préstamos hipotecarios de baja calidad y que luego fueron dispersándose por todo el mundo sin que comprador y vendedor tuvieran relación alguna. Ni el uno ni el otro sabían, en realidad, lo que tenían entre manos. Solo veían riesgo y, por tanto, elevados rendimientos.
Por todo ello, una vez que se han dado los primeros pasos para restablecer la confianza con medidas que costarán miles de millones de euros de los bolsillos de los contribuyentes, ha llegado la hora de plantearse unas nuevas reglas de juego. Siempre habrá quien descubra caminos para saltárselas, pero lo que es evidente es que hay que ir hacia un capitalismo con reglas globales y no con las normas locales con las que todavía funciona hoy. En un mercado global, normas globales. En eso parece que coinciden personas que piensan de forma muy distinta, desde el primer ministro británico Gordon Brown hasta el presidente francés Nicolas Sarkozy o el expresidente del Gobierno español Felipe González. Esperemos que esta avalancha de reflexiones no acabe como cuando los escándalos contables que eliminaron del mapa a Enron y Arthur Andersen hace siete años: una norma parcial que solo unos pocos entienden. Ahora es preciso un ordenamiento global en cuyo redactado participen el máximo de países.
lunes, 13 de octubre de 2008
Krugman gana a los neoliberales

domingo, 12 de octubre de 2008
Recetas anticrisis a la europea
¿Será efectivo? Si nos tenemos que ceñir a la reacción inmediata de las bolsas, no nos fiemos. Tanto pueden subir como bajar, sin atender a razones. En todo caso, más nos valdrá un veredicto positivo que uno negativo. Sobre el papel, la deuda que emitan las entidades bancarias será, al menos hasta el 31 de diciembre del año que viene, como bonos del Tesoro e igual sucederá con los préstamos entre los bancos. Ese es uno de los puntos que acrodaron el domingo los jefes de Estado y de gobierno del Eurogrupo, lso 15 que funcionan con la moneda única ¿Bastará eso para que vuelva la confianza? Veremos. Por lo pronto habría que realizar una buena purga en los bancos y depurar responsabilidades. En definitiva, que los magos de Wall Street y los ingenieros de la basura subprime no se puedan ir de rositas, por ejemplo. Lo que han provocado hicieron es demasiado grande y grave y tiene un precio: 1,4 billones de dólares as escala mundial y subiendo. En cualquier caso, las medidas acordadas por el Eurogrupo huelen como a borde de precipicio. Si no funcionan, los resortes públicos para frenar una recesión global quedarán muy limitados. Más nos vale que sirvan para que se restaure la confianza, pero, a la vez, habrá que reescribir las reglas del juego del capitalismo. No es lógico que siempre acaben pagando los mismos ¿no creen?
jueves, 9 de octubre de 2008
Me temo que las hipotecas....

Una acción concertada sin prercedentes sirvió para que los principales bancos centrales bajaran el precio del dinero. Pero esa es la rebaja de un bien que, en algunos casos, es escaso. Solo con más inyecciones de capital para reanimar el mercado interbancario --que carece de la financiación de fondos exteriores de la que vivió hasta el verano del año pasado-- permitirá que el recorte se traslade a las hipotecas. Y eso, me temo, que no será a muy corto plazo. Los bancos se prestan, si es que lo hacen, el dinero a un año a más del 5%, que contrasta con el 3,75% fijado por el Banco Central Europeo. Y esa es la referencia para quienes pagan un préstamo hipotecario a cuyo interés hay que sumar un diferencial que puede llegar a ser de un punto o más. De todas formas, la bajada del precio oficial del dinero, aunque tardía, puede contribuir a solucionar un crisis que carece de precedentes y que no acabará hasta que los bancos hayan restablecido sus cuentas, para lo que los bancos centrales aún tendrán que tener lista la cartera e inyectar fondos. Habrá que esperar. Además, hay otro aspecto que no se mide con dinero, pero que lo encarece, y que cuesta mucho de restablecer. Esa variable es la confianza. Y esa aún tardará en recuperarse.
martes, 7 de octubre de 2008
Las europas bancarias


jueves, 2 de octubre de 2008
miércoles, 1 de octubre de 2008
Liberalismo de quita y pon

¡Qué curioso! Parece que hoy apenas hay liberales o que quienesse proclamaban como tales han dejado de serlo. Hasta el más recalcitrante de los defensores de un mercado sin reglas se ha vuelto protector. No pensaban lo mismo cuando ganaban mucho dinero. Hoy, ante la crisis del sistema, prefieren el intervencionismo o, lo que es lo mismo, que con los recursos que aportan todos los contribuyentes se socialicen las pérdidas ocasionadas por la insacible sed de ganancias de unos pocos. Y lo lograrán. En el fondo, más nos vale. Alguien --una persona con un cargo importante, aunque con sensibilidad de izquierdas-- me decía el otro día que en la actual coyuntura es malo actuar, pero también lo es no hacerlo. Por eso, es preferible salvar el sistema que dejarlo caer, porque ese desplome nos arrastraría a todos, especialmente a quienes no contribuyeron al desastre. ¿Saben lo peor de todo? Pues que una vez que se supere el trance, esos liberales que hoy se han puesto el disfraz de intervencionistas, volverán a ponerse la camiseta del libre mercado, del todo vale. Entonces, ante la perspectiva de volver a tener beneficios, se olvidarán del Estado y de socializar. Y es que las ganancias prefieren individualizarlas, es decir, quedárselas ellos. Por todo eso hay que aprovechar las posibles reformas que se introduzcan para limitar sus abusos. El mercado --es decir, ellos-- ya se encargarán de encontrar vías de escape para provocar otra futura hecatombe que habrá que socializar. Siempre lo han hecho. Y entonces, vuelta a empezar.
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