
No se crea un potentado. Aunque los bancos le persigan. De hecho, hoy las entidades financieras van totalmente aceleradas a la busca y captura de fondos. Es la otra cara de la moneda que se produce tras una época marcada por el crédito barato y fácil. Vuelve aquella etapa en la que para que a uno le concedan un préstano no basta con ofrecer buenas garantías. En defintiva, no basta con tener un paraguas para cuando llueve. También hay que tener chubasquero y botas de agua. Y aún así, no sé, no sé. La banca quiere ahora dinero, pero dinero fresco, muy fresco. De ahí surgen esas atractivas ofertas dirigidas especialmente para las nuevas aportaciones. En resumen, a incrementar su pasivo. Los bancos necesitan mejorar o apuntalar su liquidez en tiempos difíciles. "Ahora es más fácil que le retribuyan bien por unos fondos que no que se los presten", me decía un banquero. Y tiene razón. Ha cambiado la estrategia, al menos hasta que se vuelva a imponer la confianza en los mercados crediticios tras los estropicios de las hipotecas basura en EEUU. Pero no será fácil. Mientras, será mejor que aquellos que puedan se aprovechen de los ganchos comerciales de la banca. Eso sí, siempre que se trate de entidades solventes, que luego, si no, pasa lo que pasa. Desde un depósito al 5% TAE se capea mucho mejor el temporal que desde cualquier otro producto que pague menos que la inflación. ¿O no?