hoy hace dos años. Desde el desplome de ese banco de inversión de EEUU y el consiguiente terremoto financiero mundial han pasado muchas cosas. La primera, los planes de salvación con dinero de todos los contribuyentes para bancos y entidades financieras que arriesgaron en exceso. Ya estamos los demás para pagar la factura. Hoy, dos años más tarde, el paro es el protagonista . Y parece que lo seguirá siendo durante mucho tiempo, según vaticinan incluso organismos a los que nunca antes parecía haberles importado este problema, como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero las cotas de desempleo pueden incluso poner en peligro el sistema. Y eso ya es otra cosa. Lo cierto es que ya hace meses que el empleo no funcionaba. Pero es ahora --bueno, con unos meses de margen-- cuando los sindicatos han decidido convocar una huelga general, el 29-S ¿Es oportuna? Aunque el cuerpo o el corazón puedan decir que sí inicialmente porque todos nos oponemos a cualquier recorte de derechos sociales, lo que tiene que primar es el cerebro, la razón. Este paro no es oportuno. No es más que una maniobra cosmética y estratégica de los sindicatos para marcar distancias con el poder. Pero ellos son también poder, son sistema. No pueden negarlo. Son muchos años de connivencia, de formar parte del marco institucional, de, como alguna vez ha dicho el expresidente Felipe González (dichosos políticos que solo dicen lo que piensan cuando dejan la batuta), la "torta corporativa"que constituyen los políticos, los sindicatos y la patronales. ¿Hemos de seguir la mayoría las pautas que nos marcan unas organizaciones que, llegados a este punto y a pesar de tener un papel innegable, no persiguen esta vez más que justificar su propia existencia?
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