una especie de determinismo económico que apenas da margen a la gestión política: Que si el mercado manda y puede autorregularse, que si el Estado debe adelgazarse (no cuando ellos necesitan su ayuda), que si es bueno que los directivos de banca tengan elevadas primas porque, de los contrario, dejan de agudizar el ingenio y dejan de ser innovadores... ¿Hemos visto a alguno de los responsables del actual desaguisado pagar por sus excesos? No. Y además, ya se siembran la simientes para la próxima crisis (despegue de los precios de las materias primas, etc.). No aprendemos. Y es que el capitalismo sí que se creó, a diferencia de lo que sucedió con la energía, pero no se destruye; sino que se transforma, se adapta, se autorregenera.
domingo, 30 de enero de 2011
Capitalismo y autorregeneración
Si hay algo en este mundo que tenga capacidad de reinventarse, de autorregenerarse es el capitalismo. No hace tanto, al poco de estallar la última crisis, los dirigentes políticos mundiales proclamaron que ya nada sería igual, que todo cambiaría, que había que realizar profundas modificaciones en el sistema económico en el que vivíamos. Pues bien, poco ha cambiado y lo poco que se ha modificado lo ha hecho para que todo siga igual, con elevadas tasas de desempleo y muchas otras asignaturas pendientes, como indican las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Se han destinado ingentes cantidades de dinero de los ciudadanos a sanear bancos y entidades financieras para que estas puedan volver a hacer de las suyas. Quienes propiciaron la situación actual vuelven a dictar las normas e imponen
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