jueves, 7 de abril de 2011
Recortes, rebajas e incoherencias
Es innegable que hacen falta recortes. Y de muchos tipos. Que los presupuestos públicos están hinchados, que el dinero de los demás se gasta alegremente, que las administraciones han crecido sin apenas control en los últimos años... Todo eso es cierto. Y nadie puede cuestionar al president de la Generalitat, Artur Mas, cuando anuncia que tendrá que aplicar las tijeras para racionalizar este endiablado entramado. Otra cosas es cómo dice o insinúa que va a hacerlo. Porque lo que sí que es del todo discutible es que anuncie una reforma del impuesto de sucesiones que beneficia esencialmente a una parte del 6% de los contribuyentes que lo pagaban actualmente tras la reforma aprobada por el tripartito, que eximió al 94%. Y que eso suponga renunciar a unos 100 millones de euros, que equivalen a la décima parte del recorte previsto en sanidad. Por un lado se reclaman sacrificios a la mayoría que, incluso podrían respaldarlos en caso de mantenerse un discurso más sólido; y por el otro, se premia a una minoría. Eso no es que sea solo discutible, pues la rebaja fiscal se podría llevar a cabo en un momento de menores penurias económicas, sino que es esencialmente incoherente.
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