jueves, 2 de junio de 2011
Norte, sur y pepinos
Bien, pues parece que los pepinos españoles no tienen la culpa Y ¿ahora qué? No solo los productores españoles sino el conjunto del país, por la parte que le corresponde de los ingresos por exportaciones, se ve afectado. Seguramente el patriotismo y el nacionalismo económico, que tienen tantas vertientes peligrosas, no son la única respuesta. Pero Alemania tiene que aclarar el tema e incluso contribuir a resolver el entuerto que ha provocado. Aunque sea más poderosa económicamente y aunque pueda dar muchas lecciones en algunos terrenos, el electoralismo de Angela Merkel, que le hace tomar decisiones pensando esencialmente en las urnas, no debe empañar el buen juicio y dominar completamente las decisiones de la Unión Europea. Si la alarma inicial fue fruto del error, mal. Y si fue parte de un recurso fácil del poderoso vecino del norte contra el desastroso colega del sur, peor. El incidente, que ya veremos si acaba con una merecida compensación al sector español, no es más que el reflejo de una Europa que es una cuando se trata de que circulen mercancías --y si son alemanas, mejor-- pero que son muchas y distintas cuando están de por medio los intereses.
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