martes, 1 de febrero de 2011

Desinformación en el mundo de la información económica

Resulta curioso, pero en un mundo tan dominado por la información como es el actual, predomina la desinformación. Y no es por escasez ni tampoco por exceso, aunque a veces pueda parecerlo. Es esta una advertencia que lanza Max Otte, autor de El crash de la información. Y no es una aviso vacuo, sin contenido. El alud de datos e información que recibimos en la actualidad tiene mucho que ver con la última de las crisis que hemos vivido o estamos viviendo, aunque no pueda hablarse exclusivamente de conjura de unos pocos. Lo aclara en uno de sus apartados el autor del libro: "El problema no es que haya una conjura intencionada, sino el consenso de los grandes agentes en hacer el mundo financiero lo más complejo e incomprensible posible. No hay un único brujo malvado que arroje mugre al río para pescar mejor en el agua turbia, sino una cantidad inmensa de pescadores que contaminan el agua, cada uno en su propio beneficio y contra los demás, porque falta un poder que ponga orden y que cuide de su limpieza y transparencia". Y digo yo: Si determinadas autoridades reconocidas establecen las normas que hay que aplicar en los aromas que se pueden poner en un helado de limón o en el cultivo de las lechugas e incluso dónde se puede y dónde no se puede fumar ¿por qué no sucede lo mismo con las reglas de la información financiera? Dirán que no es lo mismo un producto que puede perjudicar a la salud que otro que sirve para obtener rentabilidad o mantener como mínimo el valor de los ahorros. Y ¿no es eso también suficientemente importante como para que no se limite a unas normas como las MIFID que solo entienden los vendedores de pócimas mágicas? Usted lee, no entiende nada y firma, no sea que se crean que uno es un inculto. A partir de ahí, total impunidad para el fabricante de ilusiones financieras.

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